domingo, 14 de febrero de 2016

La Valentina

Sábado 6 de febrero

Cuando un sábado a las 6.45 de la mañana suena el despertador porque has quedado con alguno de los Hambrientos, el madrugón merece la pena seguro, aunque a veces se tuerzan las cosas como ya vimos en nuestra última aventura.
Para hoy, Sarraceno nos ha preparado una ruta, que a priori tiene muy pero que buena pinta: la ascensión al Yelmo desde Canto Cochino y por la vía Valentina. Y como buen pedricero en que se ha convertido este riojano, la ruta incluye subir por el Barranco o Hueco de la Hoces, que muchos madrileños no tenemos ni idea de que existe.
Así que a las 8 de la mañana nos reunimos los cinco integrantes de la expedición en Tres Olivos: Beemaya, Kibuko y Sarraceno junto con sus compañeros inseparables, Truco y Meiga, que se han convertido ya en un clásico en nuestras escapadas a la Pedriza.
El programa es muy ajustado, porque Beemaya tiene que volver a las 14.30 a Madrid, así que salimos rápidamente. Según nos vamos acercando a Soto del Real, vemos con ilusión nuestro objetivo de hoy: el Yelmo, sobre el que ya reflejan los primeros rayos del amanecer. Truco ya empieza a oler la Pedriza y está más nervioso que nosotros, y es que hoy es su gran día tras toda la semana en la ciudad.
Ya en Canto Cochino, nos abrigamos y empezamos a subir. Aquí sí se nota algo el invierno, pero nada que ver con el frío que haría si de verdad se hubiera acercado el invierno… Como decía, empezamos la subida buscando el Barranco de las Hoces. Vamos tranquilamente charlando poniéndonos al día, mientras sin darnos cuenta y gracias a la pendiente, va subiendo nuestra temperatura corporal y va sobrando ropa, que nos vamos quitando. Rápidamente, Beemaya y Sarraceno toman la delantera y yo me voy quedando un poco atrás. A todo esto, Truco y Meiga son como balas que van pasando a nuestro lado sin que apenas nos demos cuenta. Yo me voy quedando absorto en mis pensamientos, vienen a mi mente las montañas alcanzadas el año pasado: Monte Perdido, Almanzor y sobre todo el Toubkal. Y las ganas que tengo de que el ritmo no pare y haya muchas más.
 
 





 
Los pasos estrechos entre la vegetación y las rocas que hay que escalar para seguir adelante me devuelven a la realidad. La verdad es que merece mucho la pena subir por este barranco. Entre las pequeñas escaladas, las vistas y los pasos estrechos entre la vegetación. Tras 1h y media llegamos a la pradera del Yelmo y como el tiempo es tan ajustado, nos calzamos los “gatitos” y el arnés, preparamos las cuerdas, nos atamos, Sarraceno nos da una serie de indicaciones y comenzamos la vía Valentina, ¡la gran aventura del día!
 

 

Sarraceno comienza el primero y después vamos subiendo por turnos Beemaya y yo a la voz de ¡cuerda morada!, ¡cuerda roja! Como siempre, cuando se trata de “escalar” en la Pedriza hay que tirar de “fe” y creerse que los “gatitos” te van a sujetar a la roca. Esa es la parte mental más complicada y que cuesta conseguirla unos pasos, pero una vez que te lo crees, está todo hecho. Y así se va repitiendo la subida por tramos, no sin dificultades que nos vamos creando nosotros mismos con nudos imposibles de deshacer entre las cuerdas. Aquí cada uno sube a su manera, Beemaya no levanta la cabeza hasta que no llega junto a Sarraceno y se siente segura y yo, aplicando la técnica bautizada por Sarraceno como técnica Kibuko, voy subiendo admirando las vistas y dando pasos lentos (para que a Sarraceno le dé tiempo a recoger la cuerda). La subida merece mucho la pena, es una gozada disfrutar de un sábado como este con las vistas de la pedriza y de la cuerda larga.






 
Tras casi un par de horas, en las que el programa se nos va de las manos, llegamos a la antecima del Yelmo. Aquí nos quitamos los “gatitos” y demás material de escalada, y sin darnos cuenta nos envuelve una niebla helada que nos deja las manos y alguna cosa más cómo témpanos de hielo. Sin más dilación subimos a la cima corriendo y nos hacemos la foto de rigor. ¡Objetivo conseguido!
 
Y Empezamos a bajar corriendo que no queremos repetir la bajada granizando como en Monte Perdido y, además, ya vamos retrasados con respecto al programa. En la “Gran Grieta” tenemos que esperar a que suban unos excursionistas, porque de grande no tiene nada y apenas cabe una persona. ¡Menos mal que estamos en forma! porque con una barriguita cervecera, nos hubiéramos quedado ahí arriba…
 


 
Una vez en la pradera de nuevo recogemos a nuestros amigos Truco y Meiga y nos lanzamos en busca de Canto Cochino donde nos espera el coche y la vuelta a la gran ciudad. Pero claro, uno se despista un momento y se ve bajando por dónde no era y cuando te quieres dar cuenta estás encima de un risco del que no sabes bajar. No llegamos a estar encima del risco, pero sí nos hemos perdido y nos cuesta encontrar el camino bueno un buen rato. ¡Ojo con la pedriza que tiene estas cosas!
Sin más sobresaltos, salvo algún excursionista un poco borde, llegamos a Canto Cochino, disfrutando de la bajada y charlando. Y ahora si… ¡objetivo conseguido! Nos queda un viajecito en coche, una buena cerveza y una hamburguesa para acompañar, que hay que recuperar fuerzas. En definitiva, esta vez sí, ¡ha merecido la pena el madrugón!
 
¡HASTA LA PRÓXIMA!
 
KIBUKO