jueves, 17 de mayo de 2018

...y llegó la primavera!!

12 de mayo


Parecía que nunca llegaría. Que las nieves perpetuas cubrirían Madrid y no se vería más verde que el de los semáforos. Pues bien, por fin llegó la primavera, aunque casi juntándose con el 40 de mayo. Explosión de colores, aromas y... de alergias ya olvidadas. ¡Pero qué a gusto se estaba en invierno! Aprovechando que aún no calienta el sol con todas las de la ley, desempolvamos una ruta que teníamos guardada en el zurrón para esta ocasión. Volvemos a visitar Patones. La zona da bastante de sí, y en apenas unos km se pueden hacer rutas totalmente diferentes. La lástima es que no pillemos la jara en todo su esplendor porque sino ya habría sido la leche. 




Dos nuevos miembros aterrizan en el grupo. Kwi, perteneciente al club de fans internacional y a la que tenía ya ganas de ver por aquí, y Adoquín. Es escuchar este nombre y se me pone gallina de piel como diría el gran Alix, y se me saltan las lagrimillas. Un apasionado de la bici a quien poder dar la brasa en las rutas palilleras, ya que a Podencus no hay quien le vea por estos lares.





Después de fiarme de los acompañantes del coche, que por poco acabamos en Guadalajara, nos reagrupamos en el pueblo de Patones de Abajo para comenzar la ruta. Mirindas, Belice y Gaia completan el grupo. La ruta original parte de Patones de Arriba, pero había que darle un poco más de picante a esto, que sino se quedaba muy corta y muy suave. Mirindas se nota que ya es más maduro. Está saliendo de la edad del pavo, y su próximo paso por la vicaría hace que apenas proteste. Las quejas ya sólo vienen de una parte del grupo... Gaia...ejem...







Se nota que algunos miembros del grupo están oxidados, ya que apenas comenzamos la ascensión hacia Patones de Arriba empiezan los resoplidos, como si fueran gaitas escocesas desinflándose. El pueblo lo atravesamos rápido. No da para más. Únicamente nos paramos para hacer algunas fotos desde lo alto. La verdad es que hay pocos pueblos tan pintorescos en Madrid como Patones de Arriba.





Avanzamos sobre las pizarras, entre jaras (algunas en flor), romero y tomillo en flor, cantueso... Saturación de colores. Sendero estrecho y llano. Se avanza bastante bien, preparando el terreno para la tachuela de la jornada. La cosa se empieza a poner seria y el concierto de gaitas se vuelve a reactivar. Atravesamos un pequeño pinar. Los únicos árboles que hemos encontrado en esta parte de la ruta. Este recorrido a medio día en el mes de julio tiene que tener su aquel. Comienza a nublarse y amenaza tormenta. Algunos creemos levitar del viento que hace. Los esfuerzos de la subida merecen la pena. Una vez pasado el cambio de rasante, las vistas del embalse del Atazar son espectaculares.




















Posados como los de la Obregón (alguno amenazó con hacerlos en tanga de leopardo), panorámicas, vídeos, melenas al viento... Tú quédate aquí y pon cara de interesante. Tú allí y haz como que miras al infinito... Quietos que hago una panorámica para cogeros a todos... ¡¡Pase de modelos, oiga!!










Las tripas rugen cual tigres de bengala, así que después de alcanzar el Cancho de la Cabeza, no queda más remedio que hacer una parada para repostar. Dada la proximidad de San Isidro y lo avispada que es la gente del grupo, no podía faltar una ración de "listas". Kwi ofrece dulces morunos traídos de su exilio que tienen gran éxito.




Ahora toca la bajada. Casi 7 km sin complicación. La bajada se realiza siguiendo el curso del arroyo Patones, que con las últimas lluvias, tiene algo de agua, lo que hace que tengamos que ir con cuidado para no acabar con los pies en remojo. Se nota que la zona es turística. A medida que nos vamos acercando al pueblo, empieza a salir gente de debajo de las piedras. Hasta una boda nos tenían preparada en el pueblo. Nos rondó por la cabeza la idea de asaltar el aperitivo. Hubiéramos pasado totalmente desapercibidos. 















Ya sólo nos quedaba llegar a Patones de Abajo. Parece que la pendiente descendente y el pensamiento del bar, hace que se apriete el paso de manera inconsciente...Igualito que en la subida. Los bocadillos, cervezas, refrescos...hacen acto de presencia. ¿Pero puede haber algo mejor que un bocadillo de panceta con una cerveza después de una ruta palillera?



MAVERICK