Sábado 19 de abril
Pues la gente de Boadilla un sábado de Semana Santa ha escapado de sus lujosas casas de Madrid, posiblemente a sus lujosas casas de Marbella o de Ibiza, o se ha ido de compras a Londres. Quién sabe. Que vivan los prejuicios, por otra parte.
Pues la gente de Boadilla un sábado de Semana Santa ha escapado de sus lujosas casas de Madrid, posiblemente a sus lujosas casas de Marbella o de Ibiza, o se ha ido de compras a Londres. Quién sabe. Que vivan los prejuicios, por otra parte.
Empezamos la
ruta rodando por las anchas calles del municipio. Todo vacío y anuncios de menú del día a 19,95 €. Eso sí, de arroz con bogavante y
carne a la brasa. Llegamos al primer cruce y la nave Enterprise de Maverick y
su entramado de cables empieza a fallar. Se busca un plan B y seguimos
adelante. Nos encontramos con par de municipales en una zona peatonal y
Maverick sorprendentemente nos obliga a echar pie a tierra. Curiosamente al
lunes siguiente sale en el periódico una noticia sobre el uso de la bicicleta,
en la que se dice que la multa por circular en bici en zona peatonal suele ser
de 60€…
Salimos del
núcleo urbano por la zona del Palacio del Infante Don Luis, del siglo XVIII,
actualmente en restauración. Cito literalmente de la Wikipedia: “la propiedad
fue vendida por la familia Rúspoli al Ayuntamiento de la localidad. Se utilizó
para el rodaje de los recientes filmes como Las Brujas de Zurragamurdi de Álex
de la Iglesia o Los fantasmas de Goya de Miloš Forman,
además de otras películas importantes del cine”. Muy chulo, la verdad.
Por fin
entramos en el monte de Boadilla. Tras una rampa infernal (se nota que la bici
no se ha tocado desde la marcha del cocido) hacia un lado vemos la ciudad
financiera del Santander (Esta semana alguien se ha atrevido a decir que los
bancos no son un buen negocio para ganar dinero. Sin comentarios). Hacia el
otro lado está la dehesa de Boadilla. Encinas muy bien conservadas, jaras en
flor, y algún cantueso suelto. Espectacular. Día soleado pero con poco calor.
Que más se puede pedir. Buena compañía, pero sólo estaban Maverick y Kibuko. No
se puede tener todo. Cruzamos una rambla arenosa, apercibidos por Maverick para
que no nos caigamos. Allí fue donde se cayó él la última vez.
Continuamos
por la dehesa con suaves subidas y bajadas y nos cruzamos con algún corredor
aislado. La ruta no puede ser más tranquila en cuanto a la poca gente que hay.
Pasamos por un puente del siglo XVIII y enlazamos con el monte de Majadahonda,
y desde allí el descenso vertiginoso hasta el río Guadarrama.
Hacemos la
parada de rigor junto al río para sacar el plátano, barritas de plástico y
demás.
MILHOUSE