jueves, 24 de abril de 2014

“Boadilla tiene un color especial, Boadilla sigue teniendo su duende. Me sigue oliendo a azahar, me gusta estar con su gente”

Sábado 19 de abril

Pues la gente de Boadilla un sábado de Semana Santa ha escapado de sus lujosas casas de Madrid, posiblemente a sus lujosas casas de Marbella o de Ibiza, o se ha ido de compras a Londres. Quién sabe. Que vivan los prejuicios, por otra parte.



Empezamos la ruta rodando por las anchas calles del municipio. Todo vacío y anuncios de menú del día a 19,95 €. Eso sí, de arroz con bogavante y carne a la brasa. Llegamos al primer cruce y la nave Enterprise de Maverick y su entramado de cables empieza a fallar. Se busca un plan B y seguimos adelante. Nos encontramos con par de municipales en una zona peatonal y Maverick sorprendentemente nos obliga a echar pie a tierra. Curiosamente al lunes siguiente sale en el periódico una noticia sobre el uso de la bicicleta, en la que se dice que la multa por circular en bici en zona peatonal suele ser de 60€…

Salimos del núcleo urbano por la zona del Palacio del Infante Don Luis, del siglo XVIII, actualmente en restauración. Cito literalmente de la Wikipedia: “la propiedad fue vendida por la familia Rúspoli al Ayuntamiento de la localidad. Se utilizó para el rodaje de los recientes filmes como Las Brujas de Zurragamurdi de Álex de la Iglesia o Los fantasmas de Goya de Miloš Forman, además de otras películas importantes del cine”. Muy chulo, la verdad.

Por fin entramos en el monte de Boadilla. Tras una rampa infernal (se nota que la bici no se ha tocado desde la marcha del cocido) hacia un lado vemos la ciudad financiera del Santander (Esta semana alguien se ha atrevido a decir que los bancos no son un buen negocio para ganar dinero. Sin comentarios). Hacia el otro lado está la dehesa de Boadilla. Encinas muy bien conservadas, jaras en flor, y algún cantueso suelto. Espectacular. Día soleado pero con poco calor. Que más se puede pedir. Buena compañía, pero sólo estaban Maverick y Kibuko. No se puede tener todo. Cruzamos una rambla arenosa, apercibidos por Maverick para que no nos caigamos. Allí fue donde se cayó él la última vez.


Continuamos por la dehesa con suaves subidas y bajadas y nos cruzamos con algún corredor aislado. La ruta no puede ser más tranquila en cuanto a la poca gente que hay. Pasamos por un puente del siglo XVIII y enlazamos con el monte de Majadahonda, y desde allí el descenso vertiginoso hasta el río Guadarrama.


Hacemos la parada de rigor junto al río para sacar el plátano, barritas de plástico y demás.






 El sitio es idílico a pesar de que no se puede decir que la calidad de las aguas sea como la de un río de montaña.





El paisaje cambia hacia bosque de ribera cerca del río y aparecen pinos piñoneros centenarios jalonando la ruta. Dignos de ser catalogados de árboles singulares.



Llegando hacia el final de la ruta sólo nos queda remontar un pequeño barranco para llegar Villaviciosa de Odón y desde allí al punto de partida en Boadilla. En esta zona del barranco descubrimos que los ricos también cagan y el resultado es igual comas pollo o comas caviar. En Villaviciosa nos volvemos a encontrar con casas majestuosas. ¿Estamos en el programa “¿Quién vive ahí?”?. Nos despedimos de Maverick, nosotros hacia el coche y él, sin saberlo, tan contento a hacer la croqueta rodando por el suelo. Hoy no hay cañas pero ha sido otro gran día de bici.

MILHOUSE