viernes, 4 de octubre de 2019

¿Dónde está la cueva? Aquí o aquí

28 de septiembre


¡¡Por fin!! Una ruta que es merecedora de tal nombre. Ya no recuerdo cuándo fue la última. Una de esas en las que el camino se te hace eterno, como si fuera una penitencia, y te duele hasta la más mínima arruga de los pies. Una ruta palillera, como dios manda. Nada de medias tintas. Si tiene que morir alguien por el camino, no pasa nada. Más carnaza para la crónica. 20 kilometrazos y más de 1000 metros de desnivel entre búnkeres, pedruscos y pinos. A estas alturas del año, después del verano y sin estar en forma, aquello pareció por momentos el viaje de Ulises a Ítaca después de la guerra de Troya. 




Comando totalmente costamarronense. Pura Vida. Ah no, que eso es de otra costa... Virginia y Miguel se han hecho un hueco en el grupo y se pueden considerar a estas alturas, ya habituales. Espero que después de este día no peguen la espantada, porque resistieron como auténticos jabatos.




La jornada nos deparaba las subidas a Cabeza Lijar, cerro de la Salamanca y cueva Valiente, partiendo del alto del León. Casi nada para afrontar la época post vacacional. Precisamente hace exactamente un año, Belice y yo hicimos la misma ruta, y me quedé con la espinita clavada de no poder ver la cueva Valiente. Dónde estaría la dichosa cueva. Esta vez, al ir siete, a ver si teníamos más suerte. Catorce ojos ven más que cuatro.





El inicio hasta Cabeza Lijar era suave. Siempre subiendo, pero sencillo. Rodeados de moles de granito cortadas por donde a la naturaleza le dio la gana. Un entorno sin desperdicio. Yo aproveché para hacer un poco el cabra. Cabeza Lijar es uno de esos puntos llamados "tres provincias", ya que hace de nexo de unión entre las provincias de Madrid, Segovia y Ávila. En la zona destacan varias fortificaciones de la guerra civil, pero la más espectacular es la que se encuentra en la propia cima, desde donde las vistas son increíbles. Pequeña parada de avituallamiento y momento para hacer el ganso en lo alto del buker, gritando palabras y esperando que el eco nos respondiera. Como niños... 😁. Desde esta zona se podía ver perfectamente el itinerario a seguir, y aquí es donde ya empezaron las dudas... Hay que subir allí, bajamos campo a través, luego subimos el otro picarracho, bajamos un poco y subimos más todavía...














Nos pusimos en marcha ya con la mente puesta en el bocadillo que nos íbamos a comer en el refugio Salamanca. Al igual que la ascensión a Cabeza Lijar, era suave y más corta aún, pero sin ser conscientes, las piernas iban acumulando km y desnivel. La bajada del refugio ya se iba a complicar un poco más. Con un camino lleno de piedra suelta, te obligaba continuamente a tener un ojo hacia el suelo y otro mirando al frente. Todo senderista que se precie tiene esta capacidad camaleónica o de Fernando Trueba. Casi era mejor subir que bajar...😅.









Alcanzamos el punto más bajo de la ruta y descubrimos la presencia de...coches!! Por un momento, el diablo tentó con seguir la pista para ir directamente al fin de la ruta. Pero el diablo siempre puede esperar... Las rampas que nos íbamos a encontrar para subir a la cueva Valiente, sí eran de las que hacen pupita. Madre mía que forma física más lamentable tenemos. El único que parecía que subía silbando era Miguel. Pegaba cuatro zancadas y se sentaba en algún lado donde nadie le veía. Miguel llevó al extremo lo de la capacidad camaleónica porque nos preguntábamos donde estaba cada vez que desaparecía entre los pinos, y de repente salía la voz de detrás nuestro: Estoy aquí... ¡Eso es adaptación al medio!






La subida se hizo algo pestosilla pero finalmente alcanzamos el refugio. Ahora tocaba lo difícil, encontrar la dichosa cueva. Dentro del refugio había un pequeño cuaderno donde los senderistas escribían sus vivencias. En uno de esos relatos, uno de ellos indicaba que tras más de media hora de búsqueda, se tuvo que ir para encontrarla... Otra cosa no, pero a cabezonería me ganan pocos. Si a la antigua no la encontrábamos, probaríamos con las nuevas tecnologías. Había 4G, track descargado al móvil y a por la cueva Valiente.









La bajada, como todas las de esta ruta, se las traía. Parecía que ya habíamos encontrado la cueva en una oquedad que hacía el granito, pero era imposible pasar sin jugarse el tipo. Después de encontrar un buen sitio para asomarme, pude confirmar... que aquella no era la cueva 😂. Un poco más abajo, aparecía un sendero que llevaba a unas pequeñas escaleras y... ¡voilà!. Allí estaba la cueva. Tengo que decir que Eska, Belice, Virginia y Miguel pasaron totalmente de ir. Unos flojos. Únicamente Berme, Macksa y yo podemos decir que la encontramos.














Este pequeño desvío para encontrar la cueva, nos hizo desviarnos un poco de la ruta. La parte negativa es que íbamos a pasar un rato caminando campo a través. La buena es que nos ahorrábamos un buen tramo de bajada de esas que no gustan a casi nadie. A pesar de eso, el tramo de bajada que nos quedó, nos puso al límite de aguante con las piedras. Madre mía qué coñazo. No sé quién narices estudia geología. A lo lejos veíamos ya el alto del León, donde descansaban nuestros coches, pero... estábamos bajando más de la altura a la que estaba el alto... "¿otra vez subir? Yo me retiro. Que le den morcillas a la ruta". No tengo poderes mentales, pero me apuesto el cuello y no lo pierdo a que esto pensaba más de uno. La subida final se hizo eterna. Deseando ya llegar. Y para colmo, de vez en cuando aparecía algún repecho de 200 metros de los de cagar vinagre. En estas situaciones es donde se ve la fuerza de mente del buen Hambriento, que le pongan lo que le pongan delante, le da igual. Bueno, eso y que si no llegabas al coche, se hacía de noche y te comían los lobos.











¡¡Por fin civilización!! ¡¡Por favor un bar!! Yo creo que pocas veces ha sido tan bien recibido un refrigerio y un buen asiento en una terraza. En los ojos teníamos 8 párpados y Macksa las manos mas gorrinas que he visto jamás. Por cierto, me he informado que en Cabeza Lijar hay una antigua mina de wolframio. Hay que volver a hacer la ruta para verla. ¿Cuándo repetimos?



MAVERICK