lunes, 27 de agosto de 2018

¡¡Que vienen los indios!!

Sábado 25 de agosto

Se oyen tambores de guerra...Desde hace poco tiempo, una única tribu de indios sobrevive en el centro de la península. Después del traslado del poblado atlético por motivos comerciales fuera del entorno del Manzanares, los indios rojiblancos han dejado de existir. Vía libre para la tribu hambrienta. Nos quedamos sin competencia. Somos expertos, sobre todo los de la costa Marrón, en movimientos rápidos y emboscadas a las orillas de los ríos. Habilidades bien entrenadas en nuestro querido Guadarrama. Pero lo cierto es que se nos queda un poco pequeño para probar nuestras habilidades náuticas. Somos profanos en la materia, así que si tenemos que aprender, lo hacemos a lo grande. Conquistando uno de los parajes más espectaculares de las tierras castellanas, las Hoces del río Duratón. 




Pocos hay en la tribu con experiencia en estas lides. He de decir, que visualizando tan preciado botín, se apuntan a la expedición miembros poco habituales. Además, tienen su bautismo en la tribu, esta vez sí con agua de por medio, Miguel y Virginia. Wallet deja por un momento la vida contemplativa, aparca su pipa de la paz en su tipi y se anima a la conquista. Whiteman, el único miembro con experiencia, decide a ultima hora que también quiere un pedacito de gloria. Otofegna, tampoco quiere perderse la aventura y, el hecho de arrancar unas cuantas cabelleras en forma de fotografías, bien merece la pena. Ro y Yusus vuelven a hacer acto de presencia. Desde los rigores invernales en Peñalara, no se dejaban ver. Y Eska por fin reaparece, como buena india hambrienta.

Contamos con la inestimable ayuda de un explorador oriundo de la zona, Kike, que al igual que hizo Sacajawea con Lewis y Clarke en los USA, nos pondría en el camino correcto, sin posibilidad de error.

Después de una serie de clases magistrales de como mantenernos sobre el agua sin acabar nadando entre los peces, descendemos hacia el río con los remos en ristre a modo de lanzas, dispuestos a presentar batalla. Ríete tú de Leónidas y sus 300 en las Termópilas.










La primera prueba la superamos con éxito. Nadie besa el líquido elemento. Eso sí, una vez en la piragua, no hay quien mantenga recta la dirección. Parecemos borrachos haciendo eses. El paraje es espectacular. Nos deslizamos entre paredes cercanas a los 100 metros de altura. De vez en cuando, nuestro Sacajawea particular, convoca una reunión tribal, para contarnos alguna curiosidad de la zona. Hay que conocer todo bien, para salir victoriosos del combate.












Pronto surgen las primeras escaramuzas con otras tribus rivales que ansiaban conquistar el territorio. Tocamos a zafarrancho. Embistes de unas piraguas con otras, remos en alto, miembros en peligro... Belice es la que peor sale del combate, con un brazo algo desollado, pero sin consecuencias. No hubo que amputar. Algunos intentamos boicotear a los miembros de la propia tribu. ¡Qué mosca cojonera soy! Creo que ya supero a Mirindas.














Después de una buena batalla, un baño de relajación no se perdona. Aparcadas las piraguas y con los bártulos a salvo del agua, toca remojón en el río. Eso sí, sólo algunos. El comando gallina se quedó en la orilla contemplando la escena.

 



 




Retomados los remos, tocaba media vuelta, ya que nos adentrábamos en terreno desconocido. Ahora las piraguas, volaban. Se nota que rugían las tripas de hambre. Yusus, con más ansia que ninguno por bajar de la piragua, nos deleita con un escorzo con el que a punto está de acabar en el agua. ¡Qué estilazo! La dura realidad nos da de bruces en el morro. La misma cuesta de arena fina que inicialmente bajamos para ir al río, tocaba ahora subirla. Cansancio, calor, arena... Terrible combinación. Suerte que al final tocaba un buen trago al porrón para recuperar fuerzas. Aún quedaba guerra por dar.






Hambrientos y expectantes nos sentamos a esperar el banquete. Éste no estaba cazado con arcos y flechas, sino bien cocinado a fuego lento. ¡¡Pedaaaazo de paella!! Mirindas que no había comido en esta vida ni en la pasada, entró en la cocina a pedir más. Salimos del restaurante entre resoplidos y rodando como pelotas. Pero esto no había acabado. Ahora quedaban por conquistar las alturas, y en esto sí que teníamos experiencia.










Con un paisaje digno del mismísimo cañón del río Colorado y emulando a navajos, apaches, comanches... nos dirigimos a la batalla. Cientos de buitres nos contemplan. El paisaje es espectacular. El río dibuja cortados serpenteantes de roca a lo largo de su recorrido, como queriendo huir de las pocas construcciones hechas por la mano del hombre. Destaca la ermita de San Frutos, emplazada en el centro del hoz que forma el río Duratón. Sacamos las cámaras de nuestro carcaj... ¡¡y empieza la batalla!! Otofegna, la cámara más rápida al este del Guadarrama, no deja títere con cabeza, ni buitre con cabellera. El resto hacemos lo que podemos. Macksa está extasiada. Se rinde a las maravillas de la naturaleza.












Sin temor a equivocarme, puedo decir que este territorio también es nuestro. Lo hemos conquistado. Ahora os digo, ¿dónde clavaremos la próxima flecha? Mirindas, ojo a la respuesta 😉. ¡¡Nos vemos!!













MAVERICK