domingo, 7 de abril de 2019

En un lugar de La Mancha...encontramos Medina Azahara

16 de marzo


Poco propio en mí, he de decirlo,el tiempo esta vez me ha vencido. Más de tres semanas después para escribir la crónica de la ruta. Quizá la astenia primaveral va haciendo mella en el organismo antes de tiempo, o simplemente la pereza. Qué más da. El hecho es que por fin aquí está. La verdad es que ahora mismo resulta raro ver las fotos y recordar la ruta. 



Pasamos calor, mucho calor, cuando ahora mismo estamos viviendo posiblemente el último de los coletazos del invierno, si es que se le puede llamar así. Porque invierno, lo que se dice invierno, no hemos tenido. Apenas ha caído nieve, en marzo ya en manga corta y con la piel colorada como la de un holandés en Benidorm. Tuvimos que viajar hasta La Mancha para poder ver el campo blanco. ¡Qué diferencia con el año pasado, que nos acostumbramos a convivir con los pingüinos! Pues sí, no me he vuelto loco, y efectivamente fuimos a ver campos blanco a la provincia de Toledo, tierras de Don Quijote, y de paso rememorar una de las leyendas de esas que cuentan a los niños en Andalucía...






Hace más de mil años, en la Córdoba califal, Abderramán III hizo construir un palacio a su mujer favorita, Azahara, la cual había traído desde Granada. No reparó en gastos para la creación de su palacio. Los mejores arquitectos, artesanos, los materiales más nobles, plantas exóticas traídas de los confines de la tierra conocida hicieron de ese palacio una de las maravillas de toda Andalucía, y seguramente del mundo. Sin embargo, cada vez que el califa visitaba a su mujer, la encontraba llorando. Abderramán le preguntó el por qué de su tristeza, a lo que la mujer le respondió que echaba de menos las nieves de su querida Sierra Nevada. Ante esta situación, el califa sólo pudo decir:

- Yo haré que nieve para ti en Córdoba.

A continuación, mandó talar un bosque próximo al palacio y lo plantó de almendros. De esta forma, cada primavera, cuando los almendros abrían su flor blanca, la nieve aparecía en Córdoba, sólo para que su amada no volviera a llorar.









Algo así, pero menos romántico, es lo que planeamos nosotros. Y a falta de copos en la sierra madrileña, buenos son los de los campos de La Mancha. Temía que aún no estuvieran en flor los almendros, pero nada más lejos de la realidad. Tardamos en llegar a los campos, eso sí, pero mereció la pena. Mucho calor. Como he dicho antes, algo poco normal en esta época del año. Dicen que año de nieves, año de bienes. Como la flor del almendro no iguale un poco la balanza, me parece a mí... 








Salimos del pueblo de Manzaneque y seguimos una senda marcada como ruta Quijote hasta llegar al río Algodor. Caminar por esta tierra en verano tiene que ser lo más parecido a lo que sintió Dante en el infierno. Menos mal que llevábamos agua de sobra, porque por poco nos quedamos mojamutos. Los almendros estaban escondidos como si fueran un oasis entre campos de olivos. Había olivos hasta donde alcanzaba la vista...y más allá. Acostumbrados a como estamos a patear entre pinos y robles, se nos hacía raro. La ruta poco exigente, excepto por el calor. Es raro que haya algo de llano en Castilla, ¿eh? Los almendros estaban espectaculares. La pena es que fueran tan pequeños, pero claro siendo de cultivo, a ver quién se sube a lo alto a coger las almendras 😂. 200 mil fotos debimos hacer. Nos fundimos la mañana en un abrir y cerrar de ojos. 









No queríamos irnos de allí sin acercarnos a uno de los símbolos más internacionales de La Mancha, sus molinos. Esos gigantes que pusieron en algún que otro apuro a Don Quijote, ahora alojan en sus tripas restaurantes finolis y tiendas de recuerdos para turistas. Si Cervantes levantara la cabeza se iba a hartar de dar gorrazos a diestro y siniestro. Tuvimos la suerte de ver el funcionamiento de esas maravillas de la ingeniería. Cómo aprovechaban el viento soplara en la dirección que fuera. Mentes pensantes, que ahora nos vendrían de perlas. Y todo para llenar el buche. Conseguir un poco de harina de unos cuantos granos de trigo. Qué bien le habría venido esa harina y su correspondiente barra de pan a Macksa para llenarse el buche... ¡Muchacha, si es que hay que comer, que de momento no hacemos la fotosíntesis! 😂

¡¡Nos vemos en la siguiente!!













MAVERICK