Estrenándome como Padawan en esto de las crónicas post-rutas, con una que
al menos para mí, me ha costado algo más, que las que llevo hechas con los
Hambrientos, pero satisfecha de haberla acabado.
Esta vez nos unimos Belice, Maverick, Milhouse, Mirindas, Berme y la que escribe, para ir hasta El parque Nacional de Cabañeros. Iniciamos nuestra ruta saliendo desde el aparcamiento del parque, no sin antes, de la típica foto “palillera”. Además esta vez, Milhouse, viene acompañado con su bota de vino, por lo que Maverick y Mirindas no pierden la ocasión para refrescar el gaznate, cosa que van repitiendo a lo largo de la ruta.
Esta vez nos unimos Belice, Maverick, Milhouse, Mirindas, Berme y la que escribe, para ir hasta El parque Nacional de Cabañeros. Iniciamos nuestra ruta saliendo desde el aparcamiento del parque, no sin antes, de la típica foto “palillera”. Además esta vez, Milhouse, viene acompañado con su bota de vino, por lo que Maverick y Mirindas no pierden la ocasión para refrescar el gaznate, cosa que van repitiendo a lo largo de la ruta.
Decidimos comenzar, pero nos para la
señora de la caseta de información, preguntándonos hacía donde nos dirigimos. Con algo de miedito, todos miramos de inmediato hacia Maverick, ya que es el
único que conoce la respuesta, porque para variar, no nos hemos mirado el
recorrido que nos envió la noche anterior.
El primer tramo de la ruta lo hacemos de
forma cómoda. Transcurre por una pista forestal acompañados por el arroyo, el
cual al cabo de un rato cruzamos.
Seguimos de forma tranquila por una
senda hasta encontrarnos con la Tribu de los Brady, que vienen junto a nosotros
hasta una explanada, donde se encuentra una toma de agua.
A partir de aquí, el recorrido empieza a
complicarse un poco. Subimos por unas escaleras y seguimos en fila por un
estrecho camino rodeados de encinas hasta llegar al desvío del Chorro. Tras
un rato, nos encontramos con una pared y al girar aparece la Cascada. Después de hacernos alguna que otra
foto, volvemos sobre nuestros pasos hasta el cruce donde nos hemos desviado y
nos dirigimos hacia la Chorrera Chica.
Avanzamos por el sendero y vamos notando
algo más de pendiente. Después de un rato, el camino se va estrechando hasta
llegar a un paso con cadenas, en el que algún miembro del grupo comprobó en su
cabeza la dureza de la piedra. Tras un tiempo caminando y en un lugar
más escondido, llegamos a la Chorrera Chica, donde nos quedamos un rato
apreciando esa maravilla.
Continuamos por el valle y después de recorrer
un complicado pedregal, Maverick nos avisa de que tenemos que dar media vuelta,
ya que no hemos seguido el camino correcto. Belice y yo nos quedamos atascadas
presas del pánico al no saber por dónde posar nuestras pisadas para no
resbalar. Nos entra un ataque de risa, pero finalmente tras varios malabarismos
conseguimos juntarnos con el resto y continuar el camino.
Maverick nos informa de que la ruta “oficial”
se está acabando y va a subir hasta la
cima del Rocigalgo. Nos avisa de que es una subida costosa y que hay que volver
a bajarla, para continuar con la última parte de la ruta. Decidimos seguirle Belice, Berme y
Milhouse. Mirindas espera abajo. Antes de iniciar la subida, atravesamos
un bonito robledal en el que Belice y yo pensamos que estamos ya subiendo hacia
el Rocigalgo. Ilusas... Llegamos hasta una pradera y allí es
donde comenzamos la subida al pico por una pista. Berme se adelanta, Maverick y
Milhouse le siguen y más atrás vamos Belice y yo, comentando que no parecía tan
fuerte la subida. Al cabo de un rato, con alguna paradilla, vemos que no era
tan sencilla, pero finalmente llegamos hasta arriba del Rocigalgo, donde nos
esperan Milhouse, Maverick y Berme. Disfrutamos de las merecidas vistas. No
todos los días se está en el pico más alto de Toledo.
Tras hacernos alguna que otra foto,
comenzamos a bajar para reunirnos de nuevo con Mirindas. Con un
pequeño susto en la bajada, al sufrir Berme una caída cochinera. Una vez todos juntos y de una pieza, aprovechamos
para comernos nuestros merecidos bocatas y, como no Maverick y Milhouse vuelven
a llenar sus gaznates bota en mano.
Tras un descanso nos ponemos en marcha
con nuestra última etapa, nos dirigimos hacia la cima de las Tejadillas. Es un
constante sube y baja, trepando y destrepando, donde Milhouse de repente se
convierte en cabra montesa, bajando y subiendo con una confianza envidiable. De repente, escuchamos a Maverick
avisándonos para que podamos ver a una cabra montesa que se encuentra cerca de
nosotros. Conseguimos verla todos menos Berme. Puede que se acercara a nosotros
al vernos acompañados por Milhouse, también conocido como el Señor de las Cumbres.
Antes de llegar a la pista que nos
llevará al punto de partida, tenemos que bajar por una larguísima pendiente
llena de piedras. Milhouse, Berme, Mirindas y Maverick, van bajando sin apenas
problemas, Belice y yo nos quedamos más atrás intentando que nuestros tobillos
lleguen rectos. Finalmente entramos en la pista y tras
aproximadamente una hora llegamos al parking donde volvemos a encontrarnos con
la tribu de los Brady.
En conclusión, a pesar de que en algunos
momentos supuso mucho esfuerzo, es una ruta muy recomendable, estupenda,
acompañada de gente genial, llena de momentos divertidos y paisajes que bien
merecen el esfuerzo realizado.
ESKA