Una semana más nos
dirigimos a la sierra de Madrid para disfrutar de lo que será el último día de
nieve de la temporada. Viendo a la chica del tiempo cayendo al suelo, nos damos
cuenta que la nieve se derrite y tendremos que esperar al año que viene para
volver a disfrutar de ella. En esta aventura se echa de menos a bastantes
hambrientos. Lesiones (a descansar y mejorar), viajes y cambios de planes en el
último momento hacen que esta vez solamente seamos Maverick, Mirindas y el que aporrea
las teclas (Berme) los que despidan el año de nieves (y esperemos de bienes).
Para Mirindas y para mí va
a ser una aventura nueva. Descubrimos que las raquetas no solo valen para ver
ganar a Nadal, abanicarte (¿quién no lo ha hecho con las de Ping Pong?) y pegar
palazos... ayudan a caminar por la nieve… Está todo inventado. Ya comprobé algo
en la ruta de "Los abominables Hambrientos de las nieves". donde Maverick y Macksa
parecían elfos caminando por la nieve mientras el resto nos hundíamos. Está vez
yo también me sentí como un elfo.
Quedamos temprano, muy
temprano para mí gusto, :-P para llegar al aparcamiento de Cotos pensando que
íbamos a ser de los primeros. Más quisiéramos… Casi lleno el aparcamiento. Cogemos nuestras raquetas, palos y gafas de sol, casi olvidadas, y nos ponemos en
marcha a nuestro bautizo. Los días previos hablábamos de hacer una ruta de 16km
y 1000m de desnivel pero no sé por qué Maverick decidió dejarlo en 8km y 400m,
¿nos querrá decir algo? Pensamos que podemos con los 16 y algunas vocecillas
nos dicen que es un paseo… menos mal que no hicimos caso. La intención era ir hacia las cabezas de hierro, pero decidimos improvisar según nos sintamos y
esté todo de nieve.
Nada más empezar, se ve pronto
la nieve y decidimos estrenarnos en el mundo raquetil. Tras unos primeros
consejos y ayudas por parte de Maverick, damos vueltas como pollos sin cabeza
disfrutando de no hundirnos. Nos dirigimos al refugio del Pingarrón, dando
rodeos y buscando donde haya nieve virgen, pero una vez llegamos allí de
sopetón se acabó la nieve. Tenemos que quitarnos las raquetas y buscar camino
para continuar hasta el siguiente tramo que nos espera con su montón de nieve,
no sin antes ver como el arroyo parece casi un río.
Continuamos por la ladera
hasta lo que nos parece un viaje que a lo lejos no tiene nieve y sí arroyos
inundados que no podremos cruzar, por lo que decidimos cambiar de dirección
hacia Valdesquí, donde sí vemos que hay nieve. Nunca un repecho de 800m me han
costado tanto como este, “Na, si está ya ahí”. Jodó con la subida, eso sí, las
vistas una vez arriba eran una pasada.
Cuerda Larga por un lado, Peñalara por
el otro, un hombre esquiando que tuvieron que ir a buscar porque le dio un
jamacuco, (desde aquí le mandamos ánimos)… ha merecido la pena. Seguimos
nuestro camino al aparcamiento para luego seguir por la loma del Noruego, que es
más llana nos dice, no sé yo... Puedo decir que todos probamos la nieve, un par
de resbalones tontos por aquí, un tropiezo por allá con culo en pompa y más de
una vez el brazo entero o media pierna cubierta de nieve, pero no fue
suficiente para quitarnos la sonrisa de la boca.
Una vez que llegamos a
Valdesqui decidimos hacer un alto y recuperar fuerzas, viendo algún que otro
dominguero resbalando… Nos damos cuenta que
debemos ponernos en marcha en cuanto nos quedamos fríos, por lo que raquetas
en mano, ponemos rumbo al otro lado de la carretera, a subir la loma. Un primer
tramo de subida nos da paso a una caminata llana y tranquila por una nieve poco
pisada, lo que nos saca otra sonrisa disfrutando de ese día, de esa nieve. No
podemos irnos sin hacer un ángel y una croqueta. La cosa es sobar un poco más la
nieve.
Ya no queda mucho,
continuamos bajando un poco hasta llegar al camino del que partimos, donde nos
encontramos ahora mucha más gente de la que había cuando salimos. Toca recoger
e ir a recuperar fuerzas, que como todos sabemos, el deporte da hambre. No sé Mirindas, pero yo he disfrutado como un enano con las raquetas y creo que las
raquetas de tenis van a ponerse celosas.
BERME