sábado, 24 de agosto de 2019

Échate una rebequita por si refresca...

10 de agosto


¡¡Bueno, bueno, bueno!! Menudo estreno lo de las rutas nocturnas en el grupo. Estos son de los que se recuerdan por años. ¡¡Si por poco no acabó medio grupo muerto por congelación!! Pero no adelantemos acontecimientos.



En esto de ir haciendo cosas diferentes para ver si conseguimos despertar a la gente del grupo, ¿por qué no estrenarnos en un palilleo nocturno? Además, de ese modo nos deshacemos también del calor... ¡Ay, cuánto lo íbamos a echar en falta! Además, la noche era propicia para poder ver perseidas. ¿Que qué son? Pues se supone que son las lágrimas que San Lorenzo lloró el día que le quemaron vivo en una parrilla. Vamos, que somos unos cachondos. Menos mal que al hombre no le dio por hacer otra cosa...

A priori la idea resultó.  !!8 asistentes¡¡ En estos tiempos, todo un logro. Por fin vimos a Mirindas. Miguel y Virginia también asomaron el ombligo. Y a Berme y a Eska, que llevaban desaparecidos desde tiempos de Maricastaña. La ruta pintaba bien. De noche por la montaña, a la luz de la luna, viendo estrellas fugaces, sin calores... ¡Qué bonito! 😭 Y además Mirindas se llevaba el telescopio para ver las estrellas desde Peñalara. Alguno del grupo no cabía en sí de gozo.

Al llegar al aparcamiento de Cotos, la cosa ya empezó a ponerse rara. El telescopio de Mirindas era directamente el Hubble y en vez de en una mochila, lo traía en una bolsa de deporte tamaño XXXXXXXXXXL. 

- ¿Pero cómo subimos eso hasta Peñalara?
- Que sí, que sí. Nos repartimos peso y eso se sube bien.

La bolsa te la tenías que colgar a la espalda por las asas. Suuuuper cómodo. Mirindas parecía Alfredo Landa recién llegado a Madrid. Con su maletón gigante, no sabiendo para donde ir y viendo la que ya se le venía encima. Poco duró con ella. Menos mal que Berme le hizo de porteador.




Empezaba a refrescar y eran apenas las 10 de la noche. El viento comenzó a atizar. ¿Alguno sabe si realmente el viento lo fabrican en Peñalara? Y para rematar, cuando se fue la luz y se encendieron los frontales, a muchos nos entró el síndrome del famoso. Sí, sí. Ese que el paparazzi te da con todo el flash en los ojos dejándote cegato y sin saber donde ir y te dan ganas de cagarte en toda su familia y pegarle dos guantazos. Pues ese. Madreeee que ruta. Y acababa de empezar...😆










La ruta en sí era facilona. Simplemente subir a Peñalara, por lo que en general, no causó estragos en el grupo. Miguel y yo alcanzamos la cima, mientras que el resto del grupo se quedó un poco más abajo. En la cima, algo se movía. Enciendo el frontal y unos ojos verdes se iluminan en la oscuridad. Una cabra montesa, que salió despavorida al vernos. Pobre bicho. Ese ya no durmió en toda la semana. Que Macksa no os engañe, no llegó a la cima. La foto es con un hito que hay más abajo 😏.






Bajamos un poco para buscar un sitio decente donde montar el Hubble y picar algo. Pero no era fácil. Viento y frío. Frío y viento. Te ponías en un lado y te daba el viento de pleno. Cambiabas de sitio y donde antes no azotaba, ahora parecía que ibas a volar... De las mochilas empezaron a salir chaquetas, bragas, guantes... ¡¡Y era el 10 de agosto!! Ya no hacen senderistas como los de antes. Y después llegó la odisea. Montar el cacharro. Poner trastos, roscar tornillos, mover manivelas... todo esto con las manos frías como el culo de un esquimal. Después de montar todos los achiperres, había que apuntar. Hasta el puntero láser estaba de huelga. Sin pilas... 🙈. Por fin Mirindas consigue enfocar la Luna y a Júpiter. Yo le dije que siempre es más impresionante ver Urano, pero me ignoró vilmente. Cuando apenas habían pasado 10 minutos desde que todo estaba perfectamente montado, una nube cubrió la Luna y Júpiter. ¡¡A la mierda la bicicleta!! 







Así que lo que hicimos fue tirarnos al suelo a ver si veíamos alguna lagrimilla. Por suerte, alguna vimos, pero estrellas... vimos muchas y bien gordas. La cámara de Lety se encargó de que así fuera. Yo temía porque algún avión confundiera los fogonazos con las luces de una pista de aterrizaje. Macksa, raro en ella, apenas hablaba. Sólo se oía castañetear los dientes. Fue una de las posibles bajas por el frío. Así que ante la idea de bajar hacia el coche, nadie puso impedimentos. Eso sí, el Hubble no se podía dejar ahí, así que esta vez a desmontarlo y a cargar de nuevo con la bolsa, esta vez montaña abajo...







La bajada creo que se hizo en tiempo récord. Como almas que lleva el diablo para huir del frío. En Cotos se estaba de lujo y ahí sí, nos tiramos un buen rato en el suelo. Oí algún ronquido... y no diré de quién. Fue aquí donde vimos la mayor parte de perseidas. Una de ellas nos hizo soltar un ooooooh al unísono. Como cuando en los fuegos artificiales tiran la palmera y los viejunos lanzan su suspirito. Hubiera sido más productivo habernos quedado aquí toda la noche, pero ¿y lo bien que lo pasamos? 😂

Por cierto, Mirindas y su telescopio llegaron sanos y salvos a casa.









MAVERICK




1 comentario:

  1. 🤣🤣🤣🤣Toda una Odisea, pero como tú bien dices nos lo pasamos genial.
    Lo de que te miren a la cara con un frontal te dejaba ciego por un momento que hacía que la noche aún fuera más oscura.
    Mi enemigo el frío siempre apareciendo para poner a prueba la resistencia de cada uno. El calor humano era esencial en esos momentos, aunque con el sprint que nos montamos para bajar la sensación térmica se hizo soportable.
    Hacía tiempo que no trasnochaba y al día siguiente paso factura estando descolocada pero me alegra mucho haber vivido la experiencia.

    ResponderEliminar