domingo, 7 de agosto de 2016

Un soplo de aire fresco

Sábado 6 de agosto

Poco más de un mes ha pasado ya desde la última aventura en los Pirineos, pero parece una eternidad. Se echa de menos la actividad, la compañía del grupo y sobre todo el fresquito del norte. Recluídos en Madrid en el mes de agosto, parecemos animalicos buscando un lugar a la sombra donde poder respirar. Incluso se hace bueno el quedarse en el apartado de congelados en el supermercado de turno. Movidos unos cuantos hilos, conseguimos la combinación perfecta para el fin de semana: grupo Hambriento y zona fresca en la sierra segoviana. El lugar escogido se encuentra próximo a la localidad de Valsaín, muy cerca de La Granja de San Ildefonso. Zona de bosque denso de pinos y robles al pie de Peñalara, con multitud de arroyuelos y saltos de agua.

En esta ocasión estamos de enhorabuena. Dos nuevos miembros pasan a engrosar las filas de los Hambrientos. Por un lado Mirindas. Miembro que formaba ya parte de nuestra familia, pero que por casualidades del destino no había tenido aún su bautismo oficial. Por otro lado, se une Alhambra. Una mártir que tiene que aguantar a nuestro querido y siempre positivo Wallet. Completa la expedición Belice, otra sufridora nata y no por aguantar fuertes pendientes, sino a un servidor ;) Al completo el grupo de la Costa Marrón. El único que falta es Golfo, que a ver si le vemos el pelo un día de estos.

Llegamos a Valsaín y la alegría nos embarga. 13 grados marca el coche. Por poco tenemos que coger el plumas. La tecnología está perezosa. Se nota que es agosto y mi móvil no coge señal de GPS. Pues nos la jugamos. Así, a lo loco. Empezamos a andar, y si hay que dar la vuelta, eso que nos llevamos en las piernas. La ruta comienza en un bosque de pinos al lado de un arroyo. Esta será la tónica de toda la mañana. Siempre bajo sombra. Cómo se agradece!!. Vamos ascendiendo lentamente. Los kilómetros vuelan. No paramos de hablar. Pronto llegamos a la Cueva del Monje. Aquí fue donde la gente de Disney cogió la idea para el bautismo de Simba en el Rey León. Mientras Wallet y Mirindas se van a coger Pokémon, yo hago de cabra montesa e intento meterme en la piel de Simba.







Seguimos subiendo, hasta llegar a las cascadas de la Chorranca. Hacemos una pequeña parada para reponer energías y hacer las fotos de rigor. El sitio es perfecto para poder refrescarse. Eso sí, el agua corta la circulación. A partir de aquí el camino se difumina y nos toca hacer una de campo a través. Me comienzan a pitar los oidos. Alhambra jura en arameo porque va en pantalón corto y se está arañando las piernas. Wallet, muy raro en él, se queja porque le ha picado un bicho. La más lista Belice, que ha tenido la genial idea de ir con pantalón largo. Si es que... para qué me hacéis caso!!! Mientras, Mirindas trata de agenciarse un bastón rústico que le ayude en la marcha.









Salimos a la pista forestal para volverla a abandonar. Cruzamos un arroyo y comenzamos a subir. Es la subida más dura del día. Las respiraciones se entrecortan. Ya no se habla y si se dice algo, es para maldecir. Pero todo el esfuerzo tiene su recompensa. Una vez arriba, alcanzamos la pradera en la que se sitúa el refugio Aránguez, al pie de Peñalara, a unos 1900 m de altura. Una zona espectacular. Como sacada del Señor de los Anillos. Vacas y caballos campan a sus anchas entre arroyuelos. Un buitre pasa por encima nuestro volando bajo. Nos damos cuenta de que Wallet se ha descalzado. Es posible que el olor a muerto le haya atraído.











Momento Hambriento. Si antes no se hablaba por el esfuerzo, ahora no se habla porque estamos comiendo a dos carrillos. Los bocadillos vuelan. Los huesitos no pueden faltar a la cita. Wallet nos da unas clases magistrales de distinción de edades de vacas. Muy interesante. Reponemos fuerzas y ponemos rumbo hacia el coche.








A partir de aquí todo es bajada. En algún momento, las piedras sueltas ponen a prueba los reflejos de Alhambra. Afortunadamente libramos las caídas. Volvemos a encontrar un nuevo arroyo, y después de unos cuantos km andando, se agradece meter los pies dentro. Eso, sí, poco tiempo porque el frío del agua duele. Después de contaminar el arroyo con nuestros efluvios pinrelescos, proseguimos la marcha.









Alcanzamos una pista de asfalto, que es la que nos llevará directamente hasta el aparcamiento. Son las tres de la tarde, y da gusto ir metidos por el bosque. Igualito en la ciudad. Wallet aprovecha para recargar agua de una fuente, rebautizada como la fuente "Chochete". Afortunadamente no tuvimos que lamentar malestares intestinales. 




Después de unas seis horas de ruta y unos 20 km de pateo, llegamos a la civilización. Es curioso que en esta zona apenas nos hayamos encontrado con cinco o seis personas. Da gusto. Ahora toca relax y espabilar el cuerpo, así que no falta un buen café en uno de los bares del pueblo. Qué bien sienta!! Con el deber cumplido toca poner rumbo a la jungla de asfalto y hormigón, donde imperan el calor y los sudores. Una gran ruta en la mejor de las compañías. Repetiremos seguro!!



MAVERICK




2 comentarios:

  1. Buena cronicaaaaaaaaaaaaaaaaa!

    Me ha molado compartir esta sala con vosotros. Eso sí, hoy he imitado a Rambo no sintiendo, en este caso, los pies.

    Habrá que hacer más rutillas

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  2. Yo me lo pasé muy bien y si no sentías los pies, bien lo disimulaste. Subistéis todos como unos jabatos. En la próxima mejor todavia

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