La aventura algo “off topic” que relatamos en
esta ocasión consiste en subir a Peñalara por el corredor o Canal Sureste Clásica
y dar un poco de caña a crampones y piolet… para alguna incauta por vez
primera. Los integrantes del sucomando
hambriento recién bautizado como “Comando Albondiguilla” y encargado de la misión
son: Mamen, Whiteman (o Capitán Croqueta), Branombersicker, y una servidora
(Gaia). La expedición despega a las 6:30, diez minutos después de la hora
acordada, por culpa de un incidente con un despertador del cual ahora no quiero
acordarme….El trayecto a Cotos transcurre en armonía entre frases somnolientas,
crujir de galletas y bostezos. Ya en la carretera y al llegar a Navacerrada, la
escasez de nieve es evidente pero los ánimos se mantienen más o menos firmes.
Pese a las nevadas tardías de finales de marzo esta semana ha hecho mucho calor
y se nota bastante. Aún así, el subcomando mantiene la esperanza intacta.
Al llegar al parking de cotos nos embarga la
alegría de ver la escasa afluencia. Aparcamos como señores en lo que promete
ser un estupendo y soleado domingo de primeros de abril. Esto solo puede acabar
bien. No queda otra.
Aún es temprano y se nota la rasca mientras
preparamos mochilas y material y nos pertrechamos para participar en la tercera
guerra mundial zombie. A las 8:05 ya estamos andando por el camino empedrado
que conduce al centro de interpretación y de ahí tomamos el sendero que sube
las escaleras siguiendo la indicación a la laguna grande. Antes de llegar a la
caseta del guarda del parque, nos desviamos a la derecha por un puente de
madera en dirección a la laguna de los pájaros.
Al aproximarnos a las faldas de la montaña
tras salir de la zona de árboles, el ansia de nieve y de calzarnos los
crampones nos posee y nos desviamos antes de lo previsto creyendo haber
localizado nuestro corredor. Tras
consultar el GPS, el Capitán Croqueta confirma el error y la necesidad de
descender de nuevo al camino y seguir avanzando hacia las lagunas, pero
aprovechamos la coyuntura y el hecho de llevar ya los crampones y el piolet a
mano, para practicar un poco autodetenciones en una cuesta sin peligro. La nieve, a pesar de ser temprano, está
bastante blanda, por lo que ocurre lo esperado y lo más lógico: Cuando los más
novatos de la expedición nos tiramos (o nos dejamos empujar) por la pendiente,
nos quedamos clavados como banderines de colores en la nieve dejando preciosas
siluetas y sin deslizarnos ni medio centímetro. ¡Así no hay quien practique
coño! Gaia consigue algún movimiento al estilo león marino, ya que su fisonomía
curvilínea le permite levantar las piernas y deslizarse sobre la barriga en lo
que termina siendo un tímido intento de freno con piolet. Menos da una piedra
aunque nos hemos quedado con hambre de seguir haciendo el moñas. Es lo que
tiene ser hambriento.
Seguimos avanzando hasta divisar nuestro
objetivo. Un precioso corredor lleno de nieve que asciende directo casi hasta
la cumbre del Peñalara, desembocando entre el mismo pico y la famosa cresta de
claveles. La pendiente oscila entre los
40º de los primeros tramos a los 55º del tramo final, donde además se abren dos
posibilidades o variantes. Postergamos la elección entre una variante u otra
hasta estar arriba sobre el terreno. Todos enmudecemos mirando arriba, ante la
perspectiva de la ascensión. Son nervios sí, pero de los buenos … ¡Pura vida!
El corredor resulta estar más concurrido de
lo esperado. No lamentamos nuestras prácticas de banderines pero ahora nos hubiera
gustado llegar antes. Subiendo el corredor hay una pareja de socios asciendo
lentamente con cuerdas, un grupo de 4 personas esperando abajo su turno y otra
pareja que hace lo propio a distancia.
Deducimos que nos va a tocar esperar un rato, asi que comemos nueces,
maldecimos nuestra suerte y nos ajustamos de nuevo cascos y crampones. La
impaciencia finalmente nos corroe y nuestras caras deben ser un poema, ya que
la pareja finalmente nos cede su turno porque creen que no van a subir. Antes
de lo que canta un gallo ya estamos siguiendo al grupo de 4 a una prudente
distancia y tirando como cabras para arriba.
Branombersicker encabeza el grupo, seguido
por la valiente Mamen. Por detrás se arrastra Gaia y cierra el grupo el Capitán
Croqueta que hace de coche escoba. Es relativamente fácil seguir los escalones
formados por nuestros predecesores y el único susto lo provoca una gran piedra
que cae junto con un grito potente de aviso de los de las cuerdas que ya andan
por allí arriba fuera de nuestro campo de visión. Todos los que estábamos en el
corredor (unas ocho personas) miramos hacia arriba expectantes y paralizados,
pero por suerte la cosa no pasa de ahí y la vemos desviarse fuera de nuestras
posiciones.
Ascendemos a buen ritmo hasta llegar a una
vaguada y quitarnos alguna capa que sobra.
En ese momento ya se
ven perfectamente las dos variantes, y el Capitán Croqueta anima a los
expedicionarios a tomar la de la izquierda siguiendo su recorrido de unas
semanas antes y asi practicar en terreno no pisado. Avanzamos un buen trecho
pero ya en la parte final el grupo no lo termina de ver claro y se toma la
decisión de volver al camino inicial y realizar el último tramo por donde han
culminado el grupo de 4 que nos precedía. Este último tramo es espectacular, es
imposible no vencer al vértigo y girarse para admirar las vistas y el camino
arañado al cielo y a la montaña.
El momento mágico se rompe en cuanto llegamos
arriba, avanzamos por la cuerda y alcanzamos el monolito donde os recibe medio
Madrid. Aún así disfrutamos de un merecido aunque breve descanso y aprovechamos
para tirar las fotos de rigor.
A la vuelta, mientras buscamos por dónde
tirarnos literalmente montaña abajo hacia el refugio Zabala evitando bajar por
la loma de dos hermanas, nos cruzamos con unos amigos de Gaia (¿esto es Peñalara
o la playa de Benidorm?) y un montañero de unos 70 tacos con el que mantenemos
una animada charla acerca de soldaduras de piolet. Finalmente más o menos a la
altura de la hermana menor encontramos la vaguada por donde ha subido este mismo
paisano y que es perfecta para tiranos montaña abajo a toda pastilla. Capitán
Croqueta y Mamen bajan vertiginosamente mientras Branombersicker y Gaia deciden
volver a practicar algunas detenciones adicionales con más arte que fortuna.
Whiteman alias Capitán Croqueta hace honor a
ambos apodos y se reboza en la nieve con ganas simulando una caída que en el
fondo es tan real como poco honrosa.
Pronto dejamos atrás la nieve tras perder
cota tan rápidamente y después de avanzar un poco campo a través, llegamos al
camino. Una rodilla de Gaia chirría como una bisagra vieja, recordando que
siempre hay que controlar en las bajadas. Vieja lección de palillero mal
aprendida igual a sabia y dolorosa consecuencia.
Ya es tarde y Mamen y Branombersicker
aprietan el paso. El hambre se apodera del grupo y las viandas devoradas ya en
el parking de cotos saben a gloria bendita.
El balance no puede ser más positivo,
inmejorable compañía, cero incidentes, espectacular día y nueva aventura que echar
a la mochila. El cielo es el límite.
¿Para cuándo la siguiente?
GAIA
Que grandes!!! Qué envidia me dais. Peñalara es de los pocos picos que me falta subir de por aqui. Qué ganas de nieve. Eso sí, se nota que no sois el equipo titular ;) No se puede acabar una ruta sin una foto en el bar. Esos detalles hay que pulirlos. Nos vemos!!
ResponderEliminarEnvidia máxima!!! Crónica muy divertida Gaia! Enhorabuena! Y para estar poco experimentada, ole tu, tía!!!
ResponderEliminarJajajjaa Maverick!! Había demasiada hambre hasta para hacer fotos jajajaja
ResponderEliminarEska!! Gracias!!! Me duró el dolor de rodilla dos días pero la sonrisa de oreja a oreja aún me dura! ;)
Faltó el bar,faltó!!!por problemas tecnicos, que no por ganassssss...buena ruta aprovechando las últimas nieves, un placer Gaia!!
ResponderEliminarJoe... Solo de leerlo me he cansado, mucho merito tenéis. Eso sí, algo de envidia tengo... Cuanta nieve...
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