viernes, 7 de abril de 2017

Comando albondiguilla al ataque de Peñalara

Domingo 2 de abril


La aventura algo “off topic” que relatamos en esta ocasión consiste en subir a Peñalara por el corredor o Canal Sureste Clásica y dar un poco de caña a crampones y piolet… para alguna incauta por vez primera.  Los integrantes del sucomando hambriento recién bautizado como “Comando Albondiguilla” y encargado de la misión son: Mamen, Whiteman (o Capitán Croqueta), Branombersicker, y una servidora (Gaia). La expedición despega a las 6:30, diez minutos después de la hora acordada, por culpa de un incidente con un despertador del cual ahora no quiero acordarme….El trayecto a Cotos transcurre en armonía entre frases somnolientas, crujir de galletas y bostezos. Ya en la carretera y al llegar a Navacerrada, la escasez de nieve es evidente pero los ánimos se mantienen más o menos firmes. Pese a las nevadas tardías de finales de marzo esta semana ha hecho mucho calor y se nota bastante. Aún así, el subcomando mantiene la esperanza intacta.

Al llegar al parking de cotos nos embarga la alegría de ver la escasa afluencia. Aparcamos como señores en lo que promete ser un estupendo y soleado domingo de primeros de abril. Esto solo puede acabar bien. No queda otra.

Aún es temprano y se nota la rasca mientras preparamos mochilas y material y nos pertrechamos para participar en la tercera guerra mundial zombie. A las 8:05 ya estamos andando por el camino empedrado que conduce al centro de interpretación y de ahí tomamos el sendero que sube las escaleras siguiendo la indicación a la laguna grande. Antes de llegar a la caseta del guarda del parque, nos desviamos a la derecha por un puente de madera en dirección a la laguna de los pájaros. 


Al aproximarnos a las faldas de la montaña tras salir de la zona de árboles, el ansia de nieve y de calzarnos los crampones nos posee y nos desviamos antes de lo previsto creyendo haber localizado nuestro corredor.  Tras consultar el GPS, el Capitán Croqueta confirma el error y la necesidad de descender de nuevo al camino y seguir avanzando hacia las lagunas, pero aprovechamos la coyuntura y el hecho de llevar ya los crampones y el piolet a mano, para practicar un poco autodetenciones en una cuesta sin peligro.  La nieve, a pesar de ser temprano, está bastante blanda, por lo que ocurre lo esperado y lo más lógico: Cuando los más novatos de la expedición nos tiramos (o nos dejamos empujar) por la pendiente, nos quedamos clavados como banderines de colores en la nieve dejando preciosas siluetas y sin deslizarnos ni medio centímetro. ¡Así no hay quien practique coño! Gaia consigue algún movimiento al estilo león marino, ya que su fisonomía curvilínea le permite levantar las piernas y deslizarse sobre la barriga en lo que termina siendo un tímido intento de freno con piolet. Menos da una piedra aunque nos hemos quedado con hambre de seguir haciendo el moñas. Es lo que tiene ser hambriento.


Seguimos avanzando hasta divisar nuestro objetivo. Un precioso corredor lleno de nieve que asciende directo casi hasta la cumbre del Peñalara, desembocando entre el mismo pico y la famosa cresta de claveles.  La pendiente oscila entre los 40º de los primeros tramos a los 55º del tramo final, donde además se abren dos posibilidades o variantes. Postergamos la elección entre una variante u otra hasta estar arriba sobre el terreno. Todos enmudecemos mirando arriba, ante la perspectiva de la ascensión. Son nervios sí, pero de los buenos …  ¡Pura vida! 



El corredor resulta estar más concurrido de lo esperado. No lamentamos nuestras prácticas de banderines pero ahora nos hubiera gustado llegar antes. Subiendo el corredor hay una pareja de socios asciendo lentamente con cuerdas, un grupo de 4 personas esperando abajo su turno y otra pareja que hace lo propio a distancia.  Deducimos que nos va a tocar esperar un rato, asi que comemos nueces, maldecimos nuestra suerte y nos ajustamos de nuevo cascos y crampones. La impaciencia finalmente nos corroe y nuestras caras deben ser un poema, ya que la pareja finalmente nos cede su turno porque creen que no van a subir. Antes de lo que canta un gallo ya estamos siguiendo al grupo de 4 a una prudente distancia y tirando como cabras para arriba. 


Branombersicker encabeza el grupo, seguido por la valiente Mamen. Por detrás se arrastra Gaia y cierra el grupo el Capitán Croqueta que hace de coche escoba. Es relativamente fácil seguir los escalones formados por nuestros predecesores y el único susto lo provoca una gran piedra que cae junto con un grito potente de aviso de los de las cuerdas que ya andan por allí arriba fuera de nuestro campo de visión. Todos los que estábamos en el corredor (unas ocho personas) miramos hacia arriba expectantes y paralizados, pero por suerte la cosa no pasa de ahí y la vemos desviarse fuera de nuestras posiciones.

Ascendemos a buen ritmo hasta llegar a una vaguada y quitarnos alguna capa que sobra.


En ese momento ya se ven perfectamente las dos variantes, y el Capitán Croqueta anima a los expedicionarios a tomar la de la izquierda siguiendo su recorrido de unas semanas antes y asi practicar en terreno no pisado. Avanzamos un buen trecho pero ya en la parte final el grupo no lo termina de ver claro y se toma la decisión de volver al camino inicial y realizar el último tramo por donde han culminado el grupo de 4 que nos precedía.  Este último tramo es espectacular, es imposible no vencer al vértigo y girarse para admirar las vistas y el camino arañado al cielo y a la montaña. 






El momento mágico se rompe en cuanto llegamos arriba, avanzamos por la cuerda y alcanzamos el monolito donde os recibe medio Madrid. Aún así disfrutamos de un merecido aunque breve descanso y aprovechamos para tirar las fotos de rigor. 








A la vuelta, mientras buscamos por dónde tirarnos literalmente montaña abajo hacia el refugio Zabala evitando bajar por la loma de dos hermanas, nos cruzamos con unos amigos de Gaia (¿esto es Peñalara o la playa de Benidorm?) y un montañero de unos 70 tacos con el que mantenemos una animada charla acerca de soldaduras de piolet. Finalmente más o menos a la altura de la hermana menor encontramos la vaguada por donde ha subido este mismo paisano y que es perfecta para tiranos montaña abajo a toda pastilla. Capitán Croqueta y Mamen bajan vertiginosamente mientras Branombersicker y Gaia deciden volver a practicar algunas detenciones adicionales con más arte que fortuna. 



 Whiteman alias Capitán Croqueta hace honor a ambos apodos y se reboza en la nieve con ganas simulando una caída que en el fondo es tan real como poco honrosa.

Pronto dejamos atrás la nieve tras perder cota tan rápidamente y después de avanzar un poco campo a través, llegamos al camino. Una rodilla de Gaia chirría como una bisagra vieja, recordando que siempre hay que controlar en las bajadas. Vieja lección de palillero mal aprendida igual a sabia y dolorosa consecuencia.

Ya es tarde y Mamen y Branombersicker aprietan el paso. El hambre se apodera del grupo y las viandas devoradas ya en el parking de cotos saben a gloria bendita.


El balance no puede ser más positivo, inmejorable compañía, cero incidentes, espectacular día y nueva aventura que echar a la mochila.  El cielo es el límite. ¿Para cuándo la siguiente?

GAIA


5 comentarios:

  1. Que grandes!!! Qué envidia me dais. Peñalara es de los pocos picos que me falta subir de por aqui. Qué ganas de nieve. Eso sí, se nota que no sois el equipo titular ;) No se puede acabar una ruta sin una foto en el bar. Esos detalles hay que pulirlos. Nos vemos!!

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  2. Envidia máxima!!! Crónica muy divertida Gaia! Enhorabuena! Y para estar poco experimentada, ole tu, tía!!!

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  3. Jajajjaa Maverick!! Había demasiada hambre hasta para hacer fotos jajajaja
    Eska!! Gracias!!! Me duró el dolor de rodilla dos días pero la sonrisa de oreja a oreja aún me dura! ;)

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  4. Faltó el bar,faltó!!!por problemas tecnicos, que no por ganassssss...buena ruta aprovechando las últimas nieves, un placer Gaia!!

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  5. Joe... Solo de leerlo me he cansado, mucho merito tenéis. Eso sí, algo de envidia tengo... Cuanta nieve...

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