domingo, 2 de septiembre de 2018

¡El mileniarismo va a llegar!

Sábado 1 de septiembre

Grandísimo Fernando Arrabal en el programa de Fernando Sánchez Dragó. Todo un visionario. Allá por 1985 ponía patas arriba televisión española. Yo era un pequeño zagalico que apenas articulaba palabra, pero creo que caló en mi subconsciente. ¡El mileniarismo va a llegar! Esto repetía una y otra vez con una boca que apenas le permitía vocalizar. Un visionario, sí señor.


© RTVE

Todo buen amante de la sierra de Guadarrama, sabe perfectamente que el gran Fernando Arrabal se refería a los tejos milenarios situados en la zona cercana a Rascafría. Se le notaba en la cara. Uno no puede llegar a ese nivel de exaltación si no es pensando en la longevidad de ese árbol. Efectivamente, mileniarista. Un hombre que dice: "Nosotros queremos un apocalipsis de amor", no puede reaccionar de otra manera ante tal majestuosidad de árbol. Bueno, también hay que decir, que seguramente ayudara el copazo de anís que le pusieron en el programa en lugar de un vaso de agua.


© RTVE

Pocos árboles quedarán en España y probablemente en el mundo con tal longevidad. Entre 1500 y 1800 años contemplan al tejo de Barondillo. O teja, que es un árbol hembra. No se nos vaya a soliviantar. La frase viejuna que se nos viene a la mente... ¡Lo que habrá visto ese árbol! Pues quién sabe. A lo mejor a un romano haciendo un picnic con la familia o a un guerrero musulmán echándose una siestecita bajo sus ramas... Este tejo es el más famoso, vamos, la matriarca, pero no es el único que hay. Con la proximidad que tenemos de la sierra de Guadarrama, cada día conocemos una pequeña joya dentro de ella. El único sitio en el que habíamos visto tejos, era en el abedular de Canencia, guiados por el gran Milhouse. Esta vez fue Belice la que nos animó a conocer la zona.







Es un auténtico lujo presenciar estas maravillas de la naturaleza. ¡¡Un árbol con casi 2000 años!! ¡¡Mileniarismo en su pura esencia!! Pero cómo no se iba a poner así el bueno de Fernando Arrabal. Si el "abuelo" en el castañar del tiemblo nos dejó impresionados con sus 500 añazos, el tejo ya te deja con el culo vuelto y las patas pa'rriba.








A pesar de que la ruta es sencilla, no somos más que tres miembros. La gente aún sigue recuperándose de los estragos que hicieron las piraguas. Mirindas, sigue con la digestión de la paella, una semana después. El inicio de la ruta, ya lo conocemos de alguna otra ocasión. Casi hace hasta frío al comenzar. Belice y Macksa suspiran por tener una chaqueta. No hay mejor manera que quemar calorías para entrar en calor que ponerse a andar. También podíamos haber tomado un brebaje de esos que se apañaba el buen amigo Arrabal, pero se nos iba a hacer un poco cuesta arriba el resto de la ruta. Durante un buen rato, seguimos el curso del río Angostura. Aguas abajo le cambiarán el nombre para que pueda rimar más fácilmente, río Lozoya.







Macksa lo goza. Incluso se sube a un árbol como si fuera un mono. Estrena zapatillas, va a ver árboles milenarios... No le hace falta el anís. Apenas hay desnivel. La ruta parece un paseo militar, por lo que llegamos fácilmente a la zona de los tejos, no sin antes deleitarnos con un momento Shakespeare, al encontrarnos una calavera de un bicho que muy vivo no parecía.









Aprovechamos para avituallarnos. A pesar de no haber empezado a sudar todavía, el estómago ruge. Es Macksa, quien bien aprovisionada, empieza a sacar todas sus viandas. Esta vez hace su estreno en las rutas, un bizcocho de yogur. Casero de supermercado 😂. 


















La vuelta se hace fácil. Muy llevadera. Prácticamente todo es bajada. Yo creo que es la vez que más cerca hemos estado del summum de las rutas: Una ruta circular toda cuesta abajo. Ni rastro de calor. Se debe haber quedado en las ciudades. ¡Qué gustooo! Nos encontramos con bastantes vacas. Ellas también querían salir a ver los tejos milenarios. En alguna ocasión nos hacen un pasillo, por el que da respeto meterse. Entras como mirando al cielo y silbando, y si alguna se gira... Seguramente tenían más miedo ellas que nosotros.











Aunque hubiera ausencia de calor, no se podía desperdiciar una ocasión así. ¡¡Pies a remojo!! ¡Qué gozada!... y con vistas al puente de la Angostura. Únicamente Belice, se muestra reticente a meter los pies en el agua. Esto lo hacemos porque estamos por debajo de los tejos. Nos hubiéramos cuidado mucho de hacer esto cerca de ellos, porque después de resistir años y años, seguramente los hubiéramos aniquilado con nuestros efluvios pinrelescos. Los pies se quedan espectaculares, como si fueran de otra persona, diría Macksa. 









A medida que nos acercamos al aparcamiento, hordas de familias invaden el río. Qué oportuno ha sido pararse un rato antes y evitar la marabunta. Lo que no evitamos, por nada del mundo, es la visita al bar. Misión cumplida.




Por cierto, os dejo el vídeo de Fernando Arrabal. No tiene desperdicio.¡Qué pasión desprende al pensar en los tejos! 

Nos vemos!! 

MAVERICK






5 comentarios:

  1. Maravillosa crónica Maverick!! Lo que me he podido reir!! Tienes la pluma tan afilada como el mismísimo Shakespeare. Y maravillosa ruta a la sombra de esos árboles tan enigmáticos y en tan buena compañía. Nos vemos pronto!!

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    1. Muchas gracias!! La verdad es que escribir las crónicas y que disfrtéis con ellas es un auténtico placer. Nos vemos!!

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  2. Que buena pinta la ruta y yo pasando calor en un cementerio de coches 😓
    Me habéis dado envidia pero al leerla me sentía allí. 😁
    Con ganas de participar en la próxima, esperar un mes 😝.
    Nos vemos!

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  3. Por fin encontré el momento de poder leer la crónica. Me he puesto cómoda con un cafetito y un bollo para rememorar otra buenísima ruta que echamos a la buchaca.
    Interesantísimo el aporte histórico del que la mayoría de las veces no nos paramos a pensar, todo aquello que habra ocurrido por esos parajes que recorremos como si fuéramos los únicos o los primeros.
    El rio le aporta a la ruta un encanto y frescura que enamora, el rumor del agua te hace sentir más vivo aún.
    La leyenda de los Tejos conocida por ser utilizada para veneno hace que den mas respeto. Curiosas formas las que adoptan como si al unirse sus diversos troncos dieran la impresión de conseguir ser más fuertes ante el paso del tiempo.
    Tengo q reconocer q si meti los pies en el río fue porque me quede con las ganas en Las Hoces de darme un chapuzón y la verdad está vez no quería quedarme con la misma sensación de haberme perdido algo.
    Se hecho de menos al resto de hambrientos, pero en pettit comité pudimos disfrutar de un bonito día.
    Aunque lo que llevé peor fueron las curvas de la carretera, pero mereció la pena.

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