Son las 8.30 de la mañana. Hace
frío y el suelo está mojado por el agua caída el día anterior. He quedado
pronto con Maverick para que mire mi bici, ya que toque cosas que no debía. (La
verdad es que era una excusa para no ir, pero no me dejaron escapar). En un momento arregla la avería y nos dirigimos al punto de encuentro con Milhouse.
En el trayecto, Maverick se da
cuenta de que no tiene grabada la ruta y tiene que improvisar. A los pocos
minutos llega Milhouse con cara de sueño. Monta la rueda de la bici y nos damos
cuenta de todos los compañeros que nos faltan. Maverick nos dice que vamos a
hacer una ruta por la Casa Campo. Con la incertidumbre de lo que nos espera, nos
ponemos en marcha dispuestos a superar el nuevo reto que nos tiene preparado
Maverick.
Comenzamos a pedalear intentando
sortear los charcos de agua que hay por el trayecto, a sabiendas que nos íbamos
a poner de barro hasta las orejas. Al poco tiempo nos damos cuenta que Milhouse
no está, bajamos el ritmo y le vemos llegar a lo lejos. Le preguntamos "¿qué ha
sucedido?" a lo que el contesta “estaba mirando si algo rozaba mi rueda porque
me cuesta pedalear”. Con una sonrisa pilla, Maverick y yo nos miramos y
reanudamos la marcha.
Es un día gris, con muy poca
gente en el camino. El paisaje es muy llano y el aire castiga más de lo que
parece. (Vamos que muy desolador). Aun así es lo que hay y tenemos que
continuar. Vamos pasando por varios sitios, en los que Maverick nos cuenta
anécdotas de cada uno de ellos. Pasamos al lado de la Ciudad de la Imagen, y
bajamos una cuesta en la que Maverick nos indica que se llama “la cuesta de la
risa”. ¿Y porque la cuesta de la risa?, pues porque al volver nos vamos a reír
un montón (Jejeje). Entramos en poblado y después de callejear un poco, vemos
la entrada de la Casa Campo. Nos alegra ver un paisaje más verde y más
movimiento de deportista. Ahora empieza el gran reto…
Entramos a una zona
muy verde y bonita, pero menos gente… Ascendemos por una CUESTA TRAMPA!!!! Es
una trampa porque es casi imposible subir, hay tal cantidad de barro que no
podemos pedalear. Cada pedalada nos agarra al suelo. Las piernas sufren, las bicis
también, tenemos que tirar de ingenio y bajar los platos para subir ligeros. El
primero en llegar es Maverick, luego yo y por último Milhouse que ha encallado
en el barro. Una vez arriba, nos damos cuenta que vamos montados sobre una
bicicleta de barro. Damos unas vueltas intentando encontrar el camino correcto
sobre nuestros vehículos que pesan algunos kilitos más.
Volvemos a nuestro sendero
disfrutando del paisaje, intentado quitarle el barro que no deja cambiar las
marchas. La cadena, se sale a menudo. Bajamos una pendiente, y al subir, Milhouse se da cuenta que algo falla. ¡¡¡No le
cambian los piñones!!! Al mirar, se da cuenta que tiene el cable roto. Y se
deduce que es producido por la caída. Maverick decide cambiar la ruta para
hacerla un poco más ligera. Y así nos dirigimos al Madrid Río, que aun estando
lleno de gente, se aprecian unas vistas muy bonitas.
Volvemos a la Casa Campo buscando
un sitio donde repostar. Encontramos un lugar donde hay unas mesas fuera y nos
damos cuenta de las aves que están a nuestro alrededor. Brindamos por los
logros conseguidos y por la "peazo" tapa que nos pone el camarero (hacemos oídos
sordos a lo que nos queda de ruta). Después de un rato me doy cuenta de que me
noto algo en el hombro. Me da por comentarlo con mis compañeros sin saber lo
que sucede. Y... ¡¡¡¡¡¡PREMIO!!!!!! Una cagada de un pequeño pajarillo (menos mal que
era pequeño) que consigue la mofa de los más “pequeños”.
Ya, con lo más difícil recorrido
(o eso pensábamos). Marchamos a ritmo liviano pero en silencio, vamos notando
el cansancio. Menos Maverick, que parece echar de menos a sus compañeros de
batalla para retarle, que lanzaba algún órdago en solitario. Y en ese silencio
escuchábamos el aire que nos daba de frente y nos frenaba (para no variar en
todo el día). Llegamos al pinar y pasamos al lado de un hombre que estaba
“plantado un pino” con su perro de compañero. Volvemos por la misma zona por
donde Maverick nos contaba las anécdotas de la ida. Y a ritmo rápido conseguimos llegar a la zona de reunión.
Decidimos ir a una gasolinera para poder limpiar las bicicletas del barro
acumulado y llegar limpios a casa. Pero como no tenían pistolas a presión, nos
despedimos de Milhouse y el resto del grupo continúa la marcha hasta casa.
Ya
en Alcorcón, paramos para limpiar nuestras “pequeñas”. Pero como tengo mucha
prisa, dejo solo a Maverick y me despido
felicitándole las fiestas navideñas. Y esperando ver a mis compañeros el año
que viene. Así se despiden esta crónica de los tres GIGANTES DE BARRO.
Esta ruta ha sido la última del
año 2013. Y aunque con pereza debido al frío y la humedad. Hemos superado un
nuevo reto. Y de ahí mi agradecimiento a Maverick, que siempre está ahí para
animarnos, proponiéndonos nuevos retos de superación y formando un grupo
formidable. Y una mención especial a Milhouse, que aunque con problemas
mecánicos, supera cualquier reto (piano, piano), y no se rinde ante los
inconvenientes.
Espero que todos paséis unas
felices fiestas, y ¡¡¡¡¡¡NOS VEMOS EL AÑO QUE VIENE!!!!!!
Golfo
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