lunes, 9 de diciembre de 2013

Como los maquis

Domingo 8 de Diciembre
Desde que escuché en el colegio su historia, los maquis siempre han sido fuente de inspiración para mi imaginación montañera.  A menudo me los imaginaba escondidos en el monte, tendiendo emboscadas al bando nacional, sacando el máximo provecho a sus recursos y valiéndose de su profundísimo conocimiento del terreno. Un golpe aquí, y desparecer en la espesura del monte para asestar un nuevo golpe en otra zona un poco mas alejada.
La ruta de hoy ha tenido mucho de esto, y en verdad que ha habido guerreros, o mejor dicho guerrilleros, que han aprovechado la espesura y los vericuetos de las sendas para tender sus emboscadas.  Y como en toda batalla ha habido victimas…
Llegamos al parking de Somontes cuando aún están poniendo las calles. La verdad es que un domingo como hoy hace falta echarle mucho valor para salir de la cama, ponerse las mallas y pensar en dar pedales.  Quizás hablar de entusiasmo deportivo a esas horas sea excesivo, así que para ser honestos digamos que, por mucho que duela, una vez te has comprometido sabes que no hay vuelta atrás. De esta forma, al parking vamos llegando los nueve aventureros.  Somos nueve: Milhouse, Pascual, Podencus, Kibuko, Maverick, Golfo, Javich_Gp, Sarraceno y Peli , que es el último fichaje, y promete dar mucho juego a juzgar por la jornada de hoy. Esto ya empieza a ser un verdadero grupetto.  Atiende Movistar que cualquier día os hacemos un OPA hostil!

 A la llegada, los ánimos están acordes a la temperatura ambiente y de hecho, este es el comentario mas repetido.  Unos hablan de 4 bajo cero, otros dicen que su coche marcaba menos 7... Lo cierto es que hace un frio de mil demonios, y eso en parado. Con las manos entumecidas nos ponemos a montar las bicicletas (en este grupo ninguno somos muy partidarios de los portabicicletas y lo seguimos haciendo a la antigua usanza, rueda fuera, asientos abatidos y para adentro). Javich_Gp en un alarde de eficiencia, es de los primeros en montar la burra y decide darse una vueltecilla por el parking para comprobar los ajustes. El resultado es agridulce. Los ajustes parecen estar en orden, pero el frio al moverse es de escándalo.

Apremiados sutilmente por Maverick,  los demás vamos completando nuestro ensamblaje y al poco estamos dispuestos. Nos hacemos una foto de rigor, y la verdad es que parecemos guerrilleros de verdad. Bragas, gorros, mallas…, no hemos escatimado en equipación. Estamos guapos, pero guapos, todos…Los flashes y el foco no obstante, se los llevan los botines de Maverick. Yo no veía tanta aerodinámica, tanto diseño y tanto glamour desde que Rapel se puso en tanga en un reality de la tv. Bromas aparte, al poco de empezar a rodar, todos hubiéramos suplicado llevar unos botines similares, tanto en los pies como en las manos. En esas primeras pedaladas, comandados por Kibuko, el frio es como una manta de hormigón que cae sobre nosotros. Nos afixia, nos deja sin tacto en las manos y sin fuerza en las piernas. Golfo que va con guantes cortos se mira de vez en cuando las manos para contarse los dedos. Yo que llevo guantes polares, lo miro con asombro mientras trato de cambiar los piñones sin saber si lo estoy logrando.  Nadie dice ni mu.
Kibuko lleva un pedalear alegre (que va a ser tónica general durante toda la jornada), y negocia con brío las primeras cuestas. No son mucho, pero a mi se me antojan como muros. Me duelen hasta las pestañas. No obstante subimos uno, bajamos y volvemos a subir otro.  Kibuko ha empezado fuerte, demasiado…y en un derroche de estrategia le hago ver que su sillín está muy bajo. Como venimos de estar escalando y allí no le quedó mas remedio que seguir mis instrucciones, no rechista, y decide parar a regular el sillín. Esa pausa es silenciosamente festejada por todos. El sol va ganando fuerza por instantes, y aprovechamos para recuperar un poco la respiración y la comunicación con nuestras extremidades.
A continuación empieza lo bueno. Ya con el sillín en su sitio, Kibuko demuestra estar en su terreno, y la intrincada senda no es obstáculo para que ponga una buena velocidad de crucero. En una endiablada secuencia de trialeras, raíces, descensos y rampas empinadas junto al muro del Pardo, sus ruedas no trazan un recorrido, definirlo así sería demasiado pobre, se deslizan con la misma rapidez y precisión que el florete de un campeón de esgrima. Podencus que ha empezado sus peculiares labores de marcaje, no tarda en comenzar a sufrir para tratar de seguir la rueda. Yo a Kibuko logro verlo un instante, y medio segundo mas tarde desaparece en una curva cerrada que da inicio a un descenso. Ahí le veo otro segundo antes de que desaparezca en una curva de derechas. Podencus cede definitivamente. Muestra cierta querencia por engancharse en la maleza, y eso le resta segundos en su persecución.  La senda es espectacular, pero traicionera, y no perdona los fallos, cualquier duda en el desarrollo o en la trazada hace que frenemos en seco, arrastrando en ese error a los que vienen por detrás.   En varias ocasiones, se producen parones que a punto están de terminar con alguien en el suelo.  Afortunadamente para todos, tras un rato de perseguir sombras pintadas en el aire por el guerrillero Kibuko (secundado por Peli que también conoce la zona), llegamos a una de las puertas del muro, donde el camino se ensancha y paramos.  Maverick aprovecha para rezongar un poco. Haciendo honor a su apodo, el conjunto de piernas y bici que pilota es un avión,y como tal, necesita amplias pistas de despegue y terreno despejado. Pero a estas alturas de la ruta ya ha comprendido que hoy el asunto va de guerrillas y monte cubierto.

No todo el mundo opina igual, y Milhouse hace patente su agrado por estas pistas, al igual que Peli,  y Golfo, quien a su faceta ya conocida de consumado  experto en descensos, añade su confirmación como veterano de este tipo de terreno. Javich_GP también está disfrutando del terreno, aunque al ir en la parte trasera del grupo, ha ido sufriendo los sucesivos parones ocasionados por las emboscadas del terreno.
Continuamos con un ascenso trabajado. Kibuko no cede y sigue llevando la batuta. Podencus se toma un respiro, y son Peli y Golfo los que le acompañan. No es hasta un poco mas adelante, en una zona donde la senda se transforma en amplio camino, cuando Máverick se asoma por la parte delantera. Olvidando las molestias de su reciente purgado de cañerías, lanza uno de sus característicos ataques, pleno de potencia y de ansiaviva. Podencus, salido de vete tú a saber donde, se pega como una lapa a su rueda jaleándose a si mismo. Servidor, amigo de estas escaramuzas se une a la pareja.  Al poco Maverik se deja ir, satisfecho de haberse probado las piernas, pero Podencus y yo seguimos entre risas, ignorantes de otra de las argucias de los maquis habituales de estas rutas, a saber: no decir el camino correcto en cada cruce hasta que no llegan ellos al mismo. Obviamente, la ley de Murphy nos empuja hacia el erróneo, y de repente, tras el aviso del grupo, nos encontramos emulando a Amstrong, atrochando por el prado mientras tratamos de retornar a la ruta correcta.

Esta secuencia se repite en varias ocasiones con diferentes protagonistas, pero con un denominador común, Maverick, y sus ataques de planos de ansiaviva. En cada una de esas ocasiones, Kibuko y Peli observan pacientemente como al llegar al cruce, los escapados toman el camino incorrecto,  pero no les avisan hasta cuando llegamos el resto, y tomamos el rumbo correcto. Sabiduría la de estos maquis, que consiguen de esta forma desgastar a Maverick y que su cuentakilómetros se siga aproximando a lo que para él es una ruta “de verdad”. Unos fieras, insisto.

Trazando y rodando llegamos hasta las proximidades del pueblo del Pardo, donde dejamos la carretera a nuestra mano izquierda para remontar el borde de un pinar. El camino se empina nuevamente, y el grupo aguanta bastante bien.  Al llegar arriba, no obstante, a alguien se le ocurre parar, otro aprovecha para hacer sus necesidades.., y de repente, sin haberlo decidido, estamos todos tirados en el suelo.  Ahí al solecito hacemos nuestra parada. Podencus aprovecha para hacer de Patricio, y por delante nuestro desfilan varios Labordetas locales.










Tras el piscolabis, reanudamos la marcha. El breve refrigerio, y la pista descendente obran milagros sobre el estado de ánimo de todos. Vamos alegres negociando las trialeras. En una de esas, se oye un breve sonido, y un rumor “Pascual se ha caído”. Chillidos para avisar a los de adelante, frenazos y desandamos el camino. Afortunadamente Pascual está bien. Es tan discreto y elegante, que no suelta prenda sobre la caída. Ha sido poco, y todo está en orden. Lamentablemente el cronista de esta ruta no llegó a tiempo de ver nada, y los intentos de pesquisas periodísticas se han topado con un muro de silencio solidario. El testigo más próximo a la caída ha sido Peli, pero no sabe no contesta. Así que poco mas puedo reflejar excepto la confirmación de que Pascual es discreto hasta al caerse. 

Seguimos la ruta por el parque cercano al Manzanares (un ¡no hay huevos! a punto está de lograr que vadeemos el rio), y como vamos bien de forma, entre timbrazos de Maverick que asustan a todos los peatones que se le cruzan por delante, vamos decidiendo realizar una subida al cristo del pardo. La respuesta es afirmativa de forma unánime, bueno, quizás Kibuko, muestra algo de reticencia, y es que como buen maqui, rehuye del terreno asfaltado y abierto. No obstante cede al impulso general, y comenzamos la subida.
Aquí el relato se descompone. La subida es de cierta entidad, venimos de la espesura del monte, y tanto espacio se nos hace raro, quizás por eso todo es un poco confuso. A ver como negocio esta secuencia….
Podencus ha llegado a su terreno. Subida empinada, con gente en las aceras, coches en la carretera,.. Está en su salsa vamos. Primero se pone en mitad de la carretera al grito de “mirad cómo me abro para controlar, mirad cómo me abro” Nosotros le miramos claro, y también le mira el conductor de un coche que nos quiere pasar, que le transmite su opinión acerca de esa exhibición en forma de sonoro pitido del claxon. Podencus se cierra sobre el arcén justo por donde yo voy, así que para no caernos, me subo a la acera, que está empedrada y empiezo a dar botes por ella mientras por delante, Golfo ataca llevándose a su rueda a Maverick.  Podencus me mira extrañado como diciendo “Tú por que vas por ahí?”, y me reta a que salte, pero yo bastante tengo con no caerme y seguir circulando por la acera, así que es Milhouse el que como quien no quiere la cosa , se pone a la altura de Golfo y Maverick. El resto peleamos la subida cada cual como puede, pero a poca distancia del grupo delantero. Sólo Kibuko, languidece fuera de sus matorrales y cede algo mas de terreno.  Me uno al grupillo de cabeza, nos pita otro coche. Maverick, el espantapeatones , se queja : “yo no se por que tienen que pitar” y un hombre que va caminando por la acera le contesta: “para no pillarte majo”. Maverick le contesta algo, pero por lo bajini, y espoleado por Podencus (yo creo que hubiera podido subir de los primeros si no fuera porque la mitad de la fuerza la ha destinado a ir chillando voz en grito "cógeme los puntos de la montañaaaaa, cógemeloooooss") esprinta hasta el final de la carretera, pasando a Golfo que ha llevado el peso de la ascensión en las rampas mas duras. El resto esprintamos también, deseando terminar la agonía. Ha estado bien la subida la verdad. Allí nos agrupamos, comentamos la jugada de Podencus, y nos echamos una fotillo.





   
 No hay jabalíes a la vista, al menos de los de cuatro patas, y tampoco los ciervos están por la labor de acercarse, por lo que tras la foto, iniciamos un breve pero intenso (64 km/h) descenso, que nos lleva hasta la carretera que va desde El Pardo a Madrid. Por una senda paralela a ella, nos acercamos, sin mas novedades, hasta el punto de inicio de la ruta. Allí, Javich_GP se excusa por tener que irse corriendo, pero el resto nos quedamos un ratillo mas, aprovechando para comentar la ruta mientras nos refrigeramos con bebida isotónica ligeramente fermentada (aun no sabemos el alcance de este blog, por lo que de momento queremos seguir dándonoslas de deportistas, pero vamos que si, que lo de las fotos es cerveza en vasos bien grandes...).






En conclusión, una mañana bien fría que ha dado paso a un día espléndido para la bicicleta. La ruta muy muy bonita, y un mensaje muy claro a tener en cuenta para próximas excursiones. En cuanto el camino se estreche,  haya recodos y matas, cuidado con los maquis (Kibuko, Peli y Golfo) que están ahí agazapados y se las saben todas. 
Gracias Kibuko! Gran ruta!

Sarraceno

No hay comentarios:

Publicar un comentario