miércoles, 11 de diciembre de 2013

Mutantes


Viernes 6 de diciembre


Viernes festivo, y suena el despertador a las 7:00. ¿Cómo es posible que hayamos podido cometer esta insensatez? Pues porque una nueva hazaña nos espera para los selectos miembros de “El deporte da hambre”.

Los elegidos para la gloria esta vez, después de valorar seriamente factores como el madrugón, las inevitables cervezas previas a un festivo, gastroenteritis que te dejan la cara más pálida que la de Iniesta, que el seguro de la hipoteca no cubre defunciones en caso de deportes de riesgo y demás gaitas, somos sólo tres: Sarraceno (líder del evento), Kibuko y Milhouse. Abandonamos la bicicleta y nos aguarda la ESCALADA.

Llegamos a Cantocochino y empezamos en el mismo lugar en que acabamos la aventura (o desventura) de las Zetas: el bar con chimenea (aunque sin la aparición estelar de nuestra amiga vaca). Allí nos juntamos con tres expertos escaladores amigos de Sarraceno y otros dos no tan expertos, Amaya y Pablo, con el gusanillo también de saber a qué sabe todo esto. Los más madrugadores ya han dado buena cuenta del desayuno y planean la jornada. Cuando llegan los últimos, cargamos los bártulos y partimos hacia nuestro objetivo.

Vamos río abajo durante un pequeño tramo, en el que vemos que aunque el día se presenta espléndido, la helada de la noche también lo ha sido. Empieza la subida entre cantos de granito, jaras, retamas y alguna encina. A medida que subimos ya nos va dando el sol en el cogote y empieza a sobrar toda la ropa. En lo alto nos aguarda la mole impresionante de la Tortuga. Como diría aquel, dos palabras: “im prezionante”; o “como un toro”, pero en versión quelónido. Cuando nos acercamos a la pared vemos las numerosas vías que hieren el caparazón de roca. Por otro lado, parece que toda la gente que ha huido de Madrid se ha venido a escalar a La Pedriza. Aquello parece la Gran Vía en Navidad. Un poco más tarde y nos quedamos sin vía.




Atendiendo a la sabiduría de Sarraceno elegimos un camino de nivel 4, apto para nuestra categoría, y para que los expertos vayan calentando. Gracias a ellos tenemos alguna cuerda más que nos permitirá no esperar tanto. Descargamos fluidos para no subir peso a lo tonto y nos ponemos al lío. Los nuevos con una sonrisa nerviosa y los expertos con el ansia de empezar cuanto antes.

Antes de que nos queramos dar cuenta, Sarraceno ya se ha encaramado a la roca y está montando una vía. ¿Y aquella cabra que trepa por ahí? Ah, no, es Mary, que ya tiene preparada otra. Atendemos con sumo interés a las explicaciones de unos y otros, pero en un lenguaje tan sumamente extraño que a lo máximo que aspiramos los nuevos es a poner cara de póker y decir “sí, sí, sí, sí, sí, sí”, cual vasco de Vizcaya. ¿Pero un químico no es un tío que ha estudiado Químicas?





Llega el momento de la verdad y comienza un diálogo de enamorados entre Kibuko, Milhouse y Pablo:
- Sube tú
- No tú,
- No, venga, tú
Finalmente, la persona con más huevos de los nuevos dice: “Subo yo”. Muy bien, Amaya, así se hace. Mientras, los expertos a sus cosas, roca arriba, roca abajo.





La primera prueba de fuego es ponerse los pies de gato (los gatitos en el argot; también va de animales la crónica). Te los pones y se te agolpan los pensamientos:
- Joder, cómo aprietan
- Me va a quedar un muñón
- ¿soy una china?
 Pues esto no agarra tanto como dicen





Los expertos animan a su manera: “Es una escalada muy amorosa”. Nosotros no vemos el amor por ninguna parte.
Cuando te pones el casco y el arnés, te atas a la cuerda, encomiendas tu vida al que te asegura abajo y pones el primer pie sobre la roca, es cuando sufres una mutación completa: la uñas de las manos y de los pies te empiezan a crecer cual transformación a lo “Hombre lobo americano en Londres” (Las de las manos bien, pero las de los pies, con los gatitos puestos, es lo que te faltaba). Por otro lado, te conviertes en un mutante de los X-Men con el superpoder de la adherencia. O eso es lo que se cree tu cuerpo, porque intentas pegar cada centímetro de piel a la pared para ver si se cumple. Y así, cual lapa coruñesa, intentas seguir las indicaciones de nuestro particular Profesor Xavier: “pasos cortos, mirando dónde pones los pies, tranquilidad, apoyando la mayor superficie posible del gatito, pensando donde dar el siguiente paso”. Pero tú no estás para pensar en nada más que en “¿qué coño hago yo aquí? Con lo bien que se estaba al sol tumbado en la roca”. Desde abajo, el profesor Xavier de palo se sigue desgañitando en vano. Mejor sería la telepatía, como el verdadero. En las vías cercanas se oye “Papi, grábame un vídeo”. Jodido niño.




Poco a poco, subiendo tres pasos y descendiendo dos cada vez, se va avanzando por la pared. Se le va cogiendo el gusto a esto. Finalmente se llega arriba. Aunque con las pierninas todavía medio temblando, hay que hacer el signo de la victoria para la foto. La vista es espectacular.

La bajada ya es otra cosa. Confías en el que te asegura (Se supone que el que asegura tiene que dar tranquilidad al otro (¿). Que insensatos son algunos, pues piensan que el juego de manos izquierda-derecha está controlado) y te dejas caer como morcilla de Burgos colgando de una cuerda, y a rapelar. Enseguida se llega abajo.



Da tiempo para una segunda vuelta. Efectivamente, esto también es otra cosa. Ahora te das cuenta que el profesor Xavier tenía razón y te van saliendo sus indicaciones casi solas. A ver si ha desarrollado el poder telepático en este ratito....
Para desmontar el chiringuito Mary intenta, mediante explicaciones técnicas, que uno de los neófitos suba de nuevo por la pared y vaya sustituyendo el material
- ¿me lo repita?
- venga vale, ya subo yo que tengo prisa

A partir de aquí, dispersión. Los expertos se quedan, a disfrutar libres de nuestra lacra, y los novatos nos vamos tan contentos con nuestros nuevos superpoderes. Efectivamente, un espléndido día de escalada.

Milhouse



1 comentario:

  1. jajajajajja lo que me he reido Milhouse!
    La lapa coruñesa y el maldito niño me han arrancado verdaderas carcajadas :)
    un hurra por esos mutantes y por la paciencia de los expertos!!!
    Yo no me veo desarrollando superpoderes sin quedarme mas blanca que iniesta asi que bravo por esos huevos y esas piernecillas temblorosas que han superado el reto.
    Estoy deseando leer la siguiente crónica ....inconscientes! que sois unos inconscientes!! jajajajaj

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