No hay dos sin tres, ni vez que
el Sr. Maverick proponga una ruta, con mapas, porcentaje de desniveles,
previsión metereológica, influencia de los astros, estado civil de los miembros
y número de carnet del video-club en el que alguno de los participantes se
digne a mirar la ruta con anterioridad. Ni siquiera con posterioridad porque
aquí sentado, escribiendo la crónica, no tengo muy claro dónde fuimos el pasado
sábado.
A partir de aquí la memoria de
Mirindas se vuelve borrosa, lo que me hace continuar a mí con el relato. Ya te dije
que dejaras esas setas si no las conocias… La jornada iba transcurriendo
plácida y nos íbamos encontrando a lo largo del camino distintos molinos en los
que intentábamos descubrir cómo sería su funcionamiento. El detalle del que
habla Mirindas está muy bien, pero en el campo, ni con instrucciones, oiga!
Trabajo de chinos. Peor que los romanos haciendo calzadas.
Por las calles del pueblo, parecemos zombis salidos de
una peli de terror con solo un pensamiento. ROSCOOOON… Así que raudos y sin
demora salimos hacia el cuartel general a llenar la panza. Minuto y medio duró
el bicho. Si hiciéramos km a la misma velocidad que devoramos, daríamos la
vuelta al mundo cada fin de semana.
MIRINDAS & MAVERICK
El caso es que la salida de esta
ocasión era para poder disfrutar de los molinos de cubo que hay a lo largo del
río Perales. Conseguimos congregarnos Maverick, Belice, Eska, Berme y un
servidor. En esta ocasión se quedó algo tarde (alrededor de las 10 de la mañana
porque alguno de los integrantes venía de regreso de un viaje la noche
anterior). Por eso, sobre las 11 de la mañana, ya habíamos aparcado en una
calle de Navalagamella dispuestos a ver esos molinos de cubo del río Perales. (Hago
un pequeño inciso para explicar en qué consisten los molinos de cubo en el río: son unas construcciones del siglo XV/XVI
de piedra que se construían al lado del río. La construcción era una torre
circular de unos 4 metros de altura adentrada en el río. Esta torre tenía una
rueda con palas en horizontal colocada en la base de la torre y que estaba en
contacto con el agua. Esa rueda, gracias a un eje, movía la propia piedra del
molino que trituraba el grano que se echaba por arriba. La torre podría tener
una vivienda adyacente en donde se guardaba el grano).
Pues nada, ya que teníamos claro
lo que era un molino de cubo, nos
adentramos en la ruta dispuestos a encontrarlos. Una vez iniciada la ruta
íbamos disfrutando de un espléndido día con los bonitos paisajes que ofrece el
campo en invierno: árboles sin hojas y hojas en el suelo sin árboles. Ah!, y
algún que otro miceto por el suelo del cual no teníamos ni idea de lo que era.
¡Cuán útiles son las enseñanzas del Sr. Milhouse en estos casos! Mientras nos
adentrábamos por el camino nos encontramos a una paisana que nos alertó de la
presencia de ‘el jabalí’ y que tuviéramos cuidado. ¡A nosotros con esas.., que
somos capaces de reducir a un jabalí a dentelladas (una vez muerto y al horno)
!
Pasada la primera parte mas concurrida de la ruta, toca marchar campo a través
esquivando arbustos, zarzas y dios sabe que más. Eso sí, la zona es digna de
ser considerada una ruta hambrienta. Paisaje increíble. Musgo por doquier. Un
ruido del averno nos saca de nuestro embelesamiento. Parece que un búfalo se ha
tirado al río. Cuando levantamos la mirada, descubrimos ‘el jabalí’. Buena
suerte tuvo el bicho porque era hora del bocata. Si llega a salir en nuestra
dirección no quedan de él ni los pelos. Eso sí, aunque no catamos el cochino
jabalí, dimos cuenta de unos bocatas de toma pan y moja. Bocata que con mucho
cariño le había preparado a Mirindas. Como le cuido y qué desagradecido es.
El río nos conduce hasta el
embalse del cerro de Alarcón. Repleto de agua. Nunca lo había visto así. En
este punto me surgen recuerdos de antaño. Día de pesca, y Sarraceno y yo metidos en su coche
jugando a la PSP mientras granizaba. Cristales empañados… Qué pensaría la gente
del lugar…
Nos despedimos del último molino
de la zona y aprovechamos para cruzar el río por el puente del Pasadero,
coetáneo de los propios molinos. La tarde se va echando encima y van pesando
los km. Mirindas suspira frente a las rampas que suben del río, pero todos los
males se le pasan cuando le insinúo la posibilidad de catar el primer roscón de
reyes de la temporada. Qué triperos somos!! No hay salida en la que no pensemos
en el comercio y el bebercio. Eso es deporte!!
Por fin vemos Navalagamella!!
Queda la última zona cultureta de la jornada. La visita a uno de los múltiples
búnkeres de la guerra civil que hay por la zona. En primer momento, temeroso de
entrar por encontrarme un “aseo” campestre dentro del bunker o un chupacabras, consigo
armarme de valor y vencer el miedo. Agachado todo el tiempo recorro el
interior. Salgo con vida y con todas las partes de mi cuerpo, ante el asombro
del resto de miembros del grupo.
MIRINDAS & MAVERICK
Genial la ruta y la crónica, amigos. Una zona poco conocida y con un río encantador. Como siempre, fue un placer.
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