miércoles, 14 de noviembre de 2018

Incendio en el bosque

9-11 de Noviembre

Tranquil@@@@s. El título es simplemente metafórico. Supongo que es la mejor manera de explicar el juego de colores, luces y sombras que el otoño nos deja en los bosques de hoja caduca. Para mi gusto, uno de los mayores espectáculos del año. Eso sí, muy breve. Apenas un mes separa el ver todo un bosque pintado como si saliera de un cuadro de Van Gogh, a ver únicamente nada más que árboles pelados. Cierto que también tiene su encanto, pero no es lo mismo.


Salimos de nuestro radio de influencia habitual. Nuestro destino es uno de los bosques de hayas y abetos más grandes de Europa. Si la wikipedia no miente, el segundo más grande después de la Selva Negra, que esa sí, ya nos pilla un poco más a desmano. La Selva de Irati, que se extiende por el norte de Navarra y sur de Francia, es nuestro objetivo. Apenas dos días y medio tenemos los más afortunados para disfrutar de sus maravillas.




Tenemos planeado hacer dos rutas. No muy duras. No es el objetivo del viaje. Nuestro campo base se encuentra en el pueblo de Jaurrieta y desde allí nos movemos hacia las zonas de Ochagavía y de Orbaiceta. La aproximación con el coche a la zona ya nos pone sobre aviso de lo que nos vamos a encontrar. A veces se me hace difícil prestarle atención a la carretera con el paisaje que atravesamos. Todo un espectáculo.






La tarde del viernes nos la tomamos tranquila. De exploración del pueblo de Ochagavía. El pueblo no tiene desperdicio. Lástima el cambio de hora, que hace que nuestra visita se tenga que acortar por echarse la noche encima a las 6 de la tarde… Eso no nos impidió adquirir uno de los brebajes de la tierra, su afamado pacharán. Tocaba volver a la casa para esperar al resto de la expedición. Un nuevo miembro del grupo, “El Campesino” se suma a los hambrientos. Poppy decide también sumarse a la fiesta. Hacía muuuuucho tiempo que no la veíamos por aquí. Desde el verano de 2015 cuando conquistamos Monte Perdido.



Para la ruta del sábado, hay un aspecto que nos tiene un poco preocupados. Bueno, solo a algunos. ¿Lloverá?¿No lloverá?¿Inoxidables?  Un hayedo con el suelo mojado, cubierto de hojas y cierta pendiente, se puede convertir rápidamente en una prueba de humor amarillo, intentando quedarse en pie. La verdad es que tuvimos mucha suerte y apenas cayeron cuatro gotas acabando la marcha.










El bosque estaba increíble. Quizá con algo más de hoja en el suelo y menos en las ramas de lo deseado, pero aún así nos dejó a todos con la boca abierta. Todo un regalo del otoño. Hayas, abetos, robles,cascadas de agua, musgo… combinan los verdes, rojos, amarillos y marrones de manera que hacen imposible que te puedas sentir indiferente. Para poder disfrutar a lo grande de todo esto, nos salimos de la pista y nos metimos de lleno en el bosque. Un lujo, vamos.












En la cima del pequeño monte, la niebla le da un toque especial al paisaje. Un tanto fantasmal. El suelo resbaladizo, se va cobrando víctimas en forma de resbalones. Creo que ninguno quedó a salvo de ellos, y Belice fue la peor parada, haciendo la croqueta. Sin ninguna lesión grave, por fortuna. Alcanzamos la pista para recorrer por un breve lapso de tiempo la frontera que separa España de Francia. Aún nos queda todavía media ruta, esta vez toda por pista.














A medida que avanzamos, los árboles ganaban frondosidad. Los amarillos y rojos ganaban terreno a las ramas peladas. El bosque nos obligó constantemente a tener la cámara de fotos lista para entrar en acción. Se ruboriza al saber que es el centro de nuestra atención. No iba a ser menos con semejante estampa. 






























 




La jornada nos dejo una sonrisa de oreja a oreja, acrecentada por las cervezas, pacharanes y gin tonic de los que dimos buena cuenta en la casa. Bueno, gin tonic no. Gaia y Poppy se quedaron con las ganas. Los nervios del viaje hicieron que Kibuko en lugar de tónica comprara agua con gas. En fin, cosas del directo como diría aquel.



La ruta del día siguiente partía desde la antigua fábrica de armas de Orbaiceta. Las ruinas se encontraban cerradas por trabajos de mantenimiento, así que nos quedamos con las ganas de entrar… Me resulta curioso eso de realizar mantenimiento a unas ruinas... En fin… Ruta palillera donde las haya. De abuelo octogenario, diría yo. El único aliciente lo ponía la ingente cantidad de barro y boñigas de vaca. Buena combinación ante un muy posible resbalón.









Kibuko, Poppy, Whiteman, El Campesino y yo decidimos subir el pico que nos queda más cerca. Por lo menos para sudar algo y no quedarnos con la sensación de que nos falta algo. El comando gallina (Eska, Berme, Gaia y Belice) se van hacia los coches. La verdad es que podrían comentar qué tal les fue en su aventura, así quedaría el relato completo. Nosotros sudamos. Sudamos. Sudamos. Sí, lo he escrito tres veces. También resoplamos. La madre que parió al dichoso pico. Al acabar la pista había una valla y no quedaba otra que subir monte a través por toda la pendiente… Madreeeee que sofocos. Para ponerle la guinda, la zona de arriba estaba llena de rocas, que con la humedad que había hacían de todo ello un cóctel estupendo.




















Una vez arriba, las vistas bien merecían el esfuerzo. Y no sólo las vistas, sino que la marcha por la cuerda de los cerros parecía que nos encontrábamos en una de las películas de El señor de los anillos. Encontrar un sitio para bajar de ahí, nos costó un rato. Estábamos rodeados por cortados. El Campesino pudo localizar un pequeño sendero que con paciencia nos llevó a los adentros del bosque. Llamarlo sendero es de ser muy optimista… Por cierto, que El Campesino se defendía a las mil maravillas. Tanto para arriba como para abajo. Aquí hay potencial para un hambriento de los duros. Los de las jornadas épicas.




 



Una vez en el bosque tocaba bajar. Como pasó el día anterior, la combinación de hojas en el suelo, humedad y pendiente hicieron que las posaderas de más de uno besaran el suelo. Por fortuna, sin consecuencias. Finalmente alcanzamos la pista y pudimos relajar un poco las piernas. 

Una lástima ponerle punto y aparte al viaje. Digo aparte y no final, porque aún disfrutaremos de alguna ruta llena de color, seguramente entre castaños…. Ahí lo dejo.

La experiencia ha sido increíble. Se me ha caído la baba igual que si me estuvieran saliendo los primeros dientes. Si me dicen que si repetiría el viaje, diría que sí, pero no con los ojos cerrados sino bien abiertos porque espectáculos como éste, no se pueden dejar escapar…

MAVERICK



2 comentarios:

  1. Estupenda crónica, las fotos son increíbles pero no le hacen justicia a la realidad de estar allí..eso es imposible ..como miembro de honor del comando gallina he de decir que aunque fuera desde la relativa comodidad de los valles, disfruté como una enana de cada momento. Un abrazo a todos y gracias por la organización y sobretodo por las risas :)

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  2. Qué buena crónica que resume un gran fin de semana. El sitio está muy chulo, pero como dice Gaia, las fotos no le hacen justicia... nos han faltado días, hay que volver jeje.
    Lo he pasado genial todo el finde, no has comentado nada de esos lobos y ese tiro de gracia, que risas nos hemos echado XD
    Sobre la aventura del comando gallina, pues muy tranquila y relajada que era la idea, lo de sudar para otros :P
    Con esta compañía los viajes merecen la pena.
    Y que no pase mucho en volver vernos :D

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