Comienza el octavo día de experiencia pirenaica. En lo que
se refiere a la célula andarina, ha sido nuestra segunda noche en el camping de
Benasque, después de la ruta de los ibones de Batisielles y antes de que
partamos para Madrid mañana sábado. La célula ciclista formada Maverick y
Podencus sigue dándolo todo por tierras francesas subiendo cimas míticas del
tour de Francia. Hoy nos reuniremos todos para finalizar nuestro periplo
veraniego.
La
noche ha sido tranquila salvo por los gráciles ronquidos de Milhouse. La
actividad comienza a las 7-7:30, primero en la tienda regentada por Javich,
Stel y Ana, aunque los dos primeros valientes no han hecho uso de la misma.
Seguimos nuestro ritual habitual de camping-gas, café soluble, galletas
rellenas de chocolate (envoltorio azul), galletas superrellenas de chocolate
(envoltorio rojo), y como lujo especial, bizcocho de la tía Mildred.
Hoy
se prevé una llegada masiva de gente al camping ya que comienza el trail del
Aneto, pero de momento está como los días anteriores. Nosotros tenemos planeado
para hoy una ruta corta por la zona del macizo del Aneto, ya que dan tormenta a
las 3 de la tarde. En principio nos planteamos ir al Ibón de Coll de Toro, y si
vamos bien de tiempo, quizás algo más largo.
Salimos
los cinco en un coche, ya que Ana decide quedarse en el camping. Subimos hasta
un parking antes de llegar al Hospital de Benasque, donde se puede tomar un
autobús que te deja en la Besurta. Es un recorrido de unos 4-5 km por un valle
muy chulo y de baja dificultad, pero como no vamos muy bien de tiempo,
decidimos coger el bus. Mientras esperamos, cada uno de nosotros entra por
turnos en la caseta de información a pedir un plano de la zona. Bromeamos con
el tipo de plano (Excursionistas Iniciados o Excursionistas Avanzados) que la
chica de la caseta nos da a cada uno.
Cuando
llegamos a la Besurta iniciamos la marcha. Ferrari Stel y Lamborgini Javich
ocupan sus posiciones habituales, y desde el primer momento nos dejan atrás a
los seiscientos. La ruta va remontando el cauce de uno de los arroyos que luego
dan lugar al río Esera, que pasa por Benasque. Este arroyo es peculiar porque
sus aguas desaparecen en el agujero de Aiguallut, para reaparecer kilómetros
“más tarde”.
La
ruta alterna al principio ligeras subidas con zonas de llano. Dado que es una
de las más fácilmente accesibles, al principio es una romería. Por el camino
nos cruzamos con rebaños de vacas que dejan su impronta en el ambiente. Al
llegar al agujero de Aiguallut hacemos una reagrupación y nos hacemos la
correspondiente foto. Por allí ronda también una excursión de Ingenieros de
Minas con su profe; nos tienta quedarnos a sus explicaciones, pero pasamos y
seguimos la ruta. Desde aquí se divisa el Aneto con sus 3404 m de altitud.
Después de haber subido la tachuelilla de Monte Perdido, nos juramos a nosotros
mismos, como Escarlata O’Hara, que algún día esa cima será nuestra y que jamás
volveremos a pasar hambre.
A
pocos metros del agujero, tras una pendiente, se llega a la cascada de
Aiguallut, bonito salto de agua con las consiguientes fotos de rigor. Por
encima de la cascada el valle se abre, así como también se abren infinitas
posibilidades de rutas. Seguimos con el plan previsto, y tomamos el camino a la
izquierda hacia Coll de Toro. Mientras avanzamos oímos el repetido y agudo
sonido de un animal, posiblemente un ave, pero no acertamos a distinguirlo.
Después de una exigente subida en zig-zag alcanzamos el Bal de L’Escaleta.
Volvemos a oír repetidamente el sonido del animal. Con ayuda de la cámara
descubrimos que se trata de las marmotas.
Por
fin llegamos a la última pendiente de la jornada para poder alcanzar el ibón.
Otro lago espectacular y van….. Este se encuentra en un collado, Coll de Toro,
por lo que está abierto por dos lados, al contrario de los que habíamos visto
hasta ahora, que sólo se abren por uno. Decidimos pasar al otro lado del
collado, tras sortear el ibón atravesando un canchal que se hace eterno. Como
dijimos en anteriores ocasiones “Me río de Frodo y de su marcha por la Tierra
Media”. Al otro lado del collado se divisa parte de la zona del valle de Arán
en la provincia de Lleida. Alguien se ha molestado en trazar con piedras la
hipotética frontera entre Aragón y Cataluña. Hasta aquí arriba también llegan
los cretinos…
Como
el viento es muy fuerte retrocedemos unos pasos a tierras aragonesas para comer
resguardados del mismo. Hoy nuestro menú es fuet, pavo, lomo y queso de cabra
con pan de pita. Javich hace un esfuerzo y acaba las últimas piezas. De postre,
melocotón. Foto grupal e iniciamos la vuelta al parking.
Como
parece que esta vez y, sin que sirva de precedente, las previsiones
meteorológicas son correctas, apretamos el paso para llegar cuanto antes a
coger el bus. Llegando a la parada nos damos cuenta que las botas de Poppie han
seguido el mismo destino que las de Ana: hablan por detrás. Comenzaron su
andadura el mismo año, allá por el 2000, y se despiden juntas en la aventura
pirenaica. Rest In Peace.
Stel
y Javich esperan en las mesas junto a la parada. En cuanto alguien se levanta
para hacer cola todos vamos como borregos detrás. Comienza a llover y cada vez
más fuerte. La gente saca los chubasqueros pero ni Dios pierde su sitio en la
fila. Faltaría más. Cuando llegamos al otro lado Kibuko coge el coche y nos
lleva prácticamente secos al camping. Allí nos espera Ana, y los ciclistas
procedentes de Francia.
Como
no podía ser de otra manera, Maverick y Podencus están viendo la etapa del tour
de Francia en el bar del camping. Si yo tuviera un sofá también me pondría a
verla y rememoraría esas siestas míticas de verano. La verdad es que no
descansas igual si no te duermes con la etapa del tour en la tele. Bueno, como
no es el caso, nos tomamos unas cervezas. Podencus mete su coche al camping, y
hacemos un tetris con las dos tiendas, el Audi, el Focus y el León.
Hoy
es nuestra última noche y cenaremos algo especial. Por un lado está la opción
barbacoa en el camping y, por otro, cena en un restaurante asturiano. Tras una
agotadora jornada de reflexión y su correspondiente votación, el resultado es
de empate a 4. Nos lo jugamos a cara y cruz al mejor de tres. 1-0 Barbacoa.
1-1. Qué tensión. 1-2 Restaurante asturiano. Nos ponemos nuestras mejores galas
(es decir, la única ropa limpia que nos quedaba en un rincón de la mochila) y
nos bajamos a Benasque.
Esta
noche se respira mucho más ambiente en el pueblo. A las 12 comienza la carrera.
No hay ni un sitio donde aparcar. Por la calle se ve a un montón de “deportistas”.
Si no llevas una camiseta de un club de alta montaña o la camiseta de un
ultra-rail-maratoniano-de-la-muerte, no eres absolutamente nadie. Hacemos
tiempo tomando una cerveza y nos vamos al asturiano. Respecto a la cena, lo
único que se puede decir es que debe ser el único restaurante asturiano de
España en el que te quedas con hambre. Y el personal bastante seco. Menos mal
que pronto empieza la carrera y estamos en el lugar exacto.
Cuando
uno piensa en una carrera de 100 km con 7000 m de desnivel, espera encontrarse
a superhombres de acero, pero aparentemente son de carne y hueso. Entre ellos,
pudimos distinguir también, al menos, a tres mujeres. Bravo por tod@s¡¡¡
Al
llegar al camping hay cierto revuelo porque la carrera pasa por delante. Vemos
pasar a los últimos participantes y nos vamos a dormir. Javich y Stel vuelven a
hacer vivac, aunque las previsiones dicen que puede llover algo esta noche. A
ellos se les unen Podencus y Kibuko, no sabemos si horrorizado con la idea de
dormir como chinches otra vez en la tienda, si harto de los ronquidos de
Milhouse, o previendo una agradable velada con Podencus.
El caso es que no
sabemos si hubo sexo en Benasque, pero Podencus, alias el Hombre Oruga,
amaneció con esta cara.
Con
esto termina el último día de las crónicas pirenaicas. Al año que viene más.
Hasta el Aneto y más allá¡¡¡¡¡¡¡¡
MILHOUSE