Miércoles 22-Viernes 24 de julio
Desde que he tenido uso de la razón (antes de ayer que diría mi padre) siempre he sentido una pasión descomunal por este deporte que es el ciclismo. Eran comienzos de los 90 y tampoco existían grandes ídolos deportivos en nuestro país, sin embargo un ciclista navarro conquistó la ilusión de un niño de pocos años.
Desde que he tenido uso de la razón (antes de ayer que diría mi padre) siempre he sentido una pasión descomunal por este deporte que es el ciclismo. Eran comienzos de los 90 y tampoco existían grandes ídolos deportivos en nuestro país, sin embargo un ciclista navarro conquistó la ilusión de un niño de pocos años.
Pero
no estoy hablando de hacerme deportista de elite ni mucho menos, sino de
disfrutar de las dos ruedas como lo hacían los profesionales. Era (y es) impresionante
ver lo duro que resulta ser ciclista: lluvia, sol, granizo, nieve, rampas,
montañas, repechos, sprints, sacrificio constante...sin embargo, yo de pequeño soñaba con ser el mejor y ese era,
como mi nombre, Miguel Induráin. Siempre pensé que en un futuro yo también
podría subir como él hacía alguna de las míticas cimas que acompañan al Tour de
Francia. "Algún día" decía el
iluso de mi...soñaba con ser como él...
Pues
eso es, más de 20 años después, tropecientos veranos y 500.000 horas delante de
la televisión (y hasta con la radio) disfrutando de esa carrera me encontraba
ante el reto que llevaba años en mi cabeza y que siempre me ilusionó. Había
llegado el momento. En este caso el objetivo fijado para llevarlo a cabo hacia
su cumbre en el ya clásico Col del Peyresourde lugar de numerosas batallas
comandadas por grande ciclistas de tronío como Bahamontes, Ocaña, Hinault, Van
Impe, Pantani o Contador.
La
preparación para el reto no fue sencilla. Durante varios fines de semana en
primavera hubo que sacar la burra o flaca a pasear e intentar hacer kilometros
en subida como fuera: Alto de la Nava, Cotos, Canencia, Morcuera, la Rampa del
Garaje,...cualquier sitio era bueno para preparase ante una hazaña del tal
calibre. Además tengo que reseñar que si no hubiera sido por el ansia y la
cansinería sana de nuestro gran compañero Maverick esto hubiese sido imposible.
Gran parte o todo se lo debo a él.
La
primera de nuestras rutas, la que elegimos como preparación para el coloso
pirenaico, era la realización de la Treparriscos, una marcha anexa a la
Quebrantahuesos pero con menos dureza y kilometraje...adaptada para mí vamos
jajaja.
Como
siempre la ruta comenzaba prontico a la mañana en la localidad de Lineas de
Broto o como se llame, en el pirineo de Huesca. La Blasa de turno nos preparó
un buen desayuno en el hostal, llenamos la presión de las ruedas como Maverick
ordena ( un chorrón de kilos en cada una según dice el experto asique así
sería...) y sale nuestro fotografo de camara, Kibuko, a retratarnos (parecemos
la ficha amarilla y verde del parchís). Ya estamos listos.
Arrancamos
hacia abajo. Lo recomiendo mucho porque no hace falta dar pedales para que el
cacharro avance. Jajaja. Después de unos 10-15 km en los que hemos cogido el
ritmo rodando tranquilamente aparecen las primeras tachuelas del recorrido, unas
rampas con buena cara casi al 8%!, o mejor, "Un descanso del 8%" que dicen los
entendidos...sin palabras. Ponemos ritmo diesel y tras atravesar varios tuneles
culminamos la subida y rápidamente a tumba abierta bajamos en el descenso hasta
Sabiñánigo. Allí descanso, algún refrigerio y continuamos porque se acerca lo
más duro del día, el Puerto de Cotefablo.
La
carretera nos lleva a la localidad de Biescas en donde ésta gira hacia la
derecha y comienza la subida de 14 km. Ya desde el principio Maverick ve que no
lleva las piernas súper (¡¡¡por una vez no pasa nada chato!!!!!) e impone su
propio ritmo mientras yo hago cabriolas y tonterias variadas al estilo "Voeckler"
y trato de echarle una mano para que suba cómodo.
En
el pueblo de Gavín, ya bajo un intenso calor puesto que son las 2 de la tarde,
paramos para rellenar los bidones con un poco de agua fresca antes de afrontar
lo más duro del puerto. Interesante que al estar haciéndose trabajos de
asfaltado en la carretera hay que tener mucho ojo con el firme puesto que
alguna sorpresa te puedes llevar. El cansancio y en el caso de Maverick, el
Tourmalet y el Monte Perdido, hacen mella en nosotros después de unos 70 km y
comenzamos los último 5 km en donde la pendiente se pone "pina" que diría
mi abuela y ya metemos todo y p'alante. Todo por la patria. No hay dolor.
Pero...empiezo
a sufrir porque veo que esto no se acaba. Las curvas se suceden sin dejarnos
ver donde está el final del maldito puerto. Me pongo más tenso que Spiderman en
un descampado. Le aprieto a Maverick animándole para que no desista que creo
que detrás de esa curva ya se corona...o de la otra...o quizás quedan un par
mas...jajaja. A falta de 1 km aparece el hombre del Mazo y Maverick se para.
Necesita comer porque le estaba llegando la pájara y eso lo carga el diablo. Yo
prefiero seguir hasta la cima porque no queda ná y corono no sin dificultades
porque ya voy tostaete. Al poco tiempo aparece el grandioso Maverick recuperado
y ya todos arriba. Pasamos el túnel del puerto, famoso por el castañazo que se
pego Dietzen en no se qué vuelta a España que le retiró del ciclismo. De nueva
bajada, gustazo para las piernas. Se terminó.
Según
llegamos de nuevo la Blasa nos prepara unos bocadillos de impresión para
meterse entre pecho y espalda con una cervecita (Maverick prefiere agua porque
quiere guardar la linea dice...que no se si lo dice él o el gurú Arguedas). Pos
nada, aquí que hemos echado el día con esta ruteja, 85 km muy frescos y 1300 m
de desnivel que sólo nos hacen prepararnos para el objetivo de dos días
después: el Col del Peyresourde.
Y os preguntareis, ¿ qué hicisteis en el día que queda entre medias? Pues lo que en mi pueblo se llama "perrear". Fuimos a Jaca y decidimos echar la tarde entre el Tour, la piscina del hotel (congelada de narices) y cenar en una pizzeria con una cervecita (que no falte). Totalmente merecido. Al día siguiente vueltecilla por la ciudad y viaje a Bagneres de Luchon...ahora sí, llegaba la épica...tiempo de héroes...los "grandes gallos" como dice Javier Ares.
Decidimos
desplazarnos en coche hasta la localidad francesa (pasando por lugares míticos
del Tour de Francia los cuales solo había visto en tv) ascendiendo nuestro col
elegido por la otra vertiente y bajando por la que a la mañana siguiente íbamos
a subir. Mal. Un miedo se apodero de mí mientras bajamos con el coche:
"Que esto no lo subo ni de coña, ¿¿¿¿has visto que rampas????". Me
quedé alucinado. Ya conduciendo me parecía una dureza extrema y me entraron las
dudas. Tuve que borrar de mi mente los malos pensamientos y dejar la mente en
blanco: Que sea lo que Dios quiera. Una cena y a pensar en lo que venia...que
no era poco...22:15 y Maverick ronca...es el comienzo del fin.
Llego
el día D y ahí estábamos preparados para la batalla. La cosa arrancaba pronto a
la mañana con lo que a buena hora ya estaba Maverick dando el coñazo. Jajaja Un
desayuno, ponerse el traje de luces como los buenos toreros antes de la faena y
ya estábamos dándole cera. Salimos de la localidad de Bagneres de Luchon hacia
el Col del Peyresourde y ya en las primeras rampas nos damos cuentas de la
dureza del puerto ya que la pendiente nos obliga a meter todo y marcarnos
nuestro propio ritmo. Esa sería la estrategia del día. Eso y que tuviéramos
buenas piernas claro. Sino mejor dedicarse a otra cosa.
Los primeros kilómetros son los que más rápido
se me pasan. Rápidamente cojo mi ritmo y sorprendentemente creo que hoy va a ser un gran día (ya lo dijo el maestro
Serrat) puesto que me noto bien incluso me dedico a hacer bromejas y to eso.
Varias curvas de herradura amenizan este tramo, incluida la que marca la
desviación del Puerto de Balés famoso porque ahí se te sale la cadena siempre
jajajaja, e incluso da tiempo a disfrutar de la subida. Al llegar a la zona de
los pueblos intermedios llega la zona más dura,¿¿¿ pero después de estar 4
meses pensando en este reto creéis que me iba a bajar de la flaca???? Apretando
los dientes, sufro las rampas del 11,12 y hasta el 13% como un jabato, echamos
alguna risa con algún paisano local y como un diesel avanzo hacia la leyenda.
No me para nadie. Ya me están haciendo un busto en la cima como homenaje.
Al
cambio de carretera se adivinan los últimos casi 5 km que es mi parte preferida
de la ascensión. Giramos hacia la derecha para adentrarnos en el valle y me
invade la nostalgia. Como llevo buenas piernas mi mente se pone a pensar en
esta zona. Siempre recuerdo las retransmisiones del Tour con esta fila de árboles pegada al borde de la carretera porque me resultaba muy pintoresca y
animada (animada al 8% claro). Era la que más me asombraba (He dicho
"era" si). Aquí vi a Pantani destrozar a Ullrich bajo la lluvia agarrándose
a la parte baja del manillar. Fue espectacular. Ahora casi me emociono pensando
que siempre quise estar al otro lado de la tele donde estaban mis ídolos. Y había
llegado ese día.
Sin
embargo, lo mejor y más emotivo estaba por llegar. Los últimos 2 kilómetros son
una oda al ciclismo. Tres pedazo de curvas de herradura como dios manda con
rampas del 10% que después de 12 kilómetros de subida te ponen las orejas
tiesas como las de un podenco...jejeje...pero ¿¿que sería de un puerto de este
nivel sin este tipo de curvas??? El último esfuerzo estaba ahí. Cierro los
ojos. Tour de Francia 2007. Alberto Contador Velasco. De las mejores arrancadas
que haya visto sobre una bici fueron en estas curvas. Parece que yo mismo estuviera
en esa carrera. Entro en éxtasis deportivo. Parece que sueño y me retrotraigo
en el tiempo...
...Veo
un tipo. Color rojo. Pienso que es el propio Rasmussen como en 2007 que me
ofrece otra vez ese duelo de hace 8 años. A FUEGOOOO!!!! (Nuestro grito de
guerra). Miro el pulsómetro y veo 168. Pienso, hay motor, poco, pero algo
queda. Bajo un piñon y arranco a por él. Llegado hasta aquí ¿porque no me voy a
dar el gustazo de explotar y morir?, eso sí ,en las rampas del Peyresourde que
no es un sitio cualquiera. A los 300 metros me paro. A Maverick se le ha metido
una avispa o lo que fuera por un orificio nasal. Ya es mala suerte!!!! jajajaja
Le veo que se afana por sacársela como quien expulsa medio kilo de mocos al
estilo futbolista: tapándose el otro orificio y dándole candela. Un clásico!!!!
Pasado
este mal momento nos calentamos más que el cenicero de un bingo y arrancamos
con fuerza a por el tipo de rojo, el Rasmussen, y ya de paso hay otro elemento
de naranja que parece que nos agrede en la distancia al situarse delante de
nosotros. Una herradura, otra herradura, la última...Rasmussen muere. Quedan
200 metros y ahí esta el naranjito y también la cima. Miro el pulsómetro. 182.
Al límite. Cual demonio de Tasmania me transformo y casi con la photo finish
supero al elemento en cuestión, eso sí, dedicándole un "bonjour" muy elegante
al pasar. Es lo que tiene ser poliglota!
Y
lo conseguimos!! Me paro en la cima y espero a Maverick puesto que soy su joven
padawan y así me debo comportar. Gran abrazo y reto superado. Un reto que me ha
durado casi 25 años. Quien me lo iba a decir. Estábamos en el col del
Peyresourde. Sí, joder, el Peyresourde!!!!!! Muy emocionado y casi incrédulo de
lo que había hecho nos liamos a hacernos fotos cual turista japonés.
Espectacular. No tengo palabras. O si las tenia no podía decirlas. Me acababa
de instalar en la leyenda de mi propia vida. Ole Ole y Ole!
Pero
esto no es todo. Todavía quedaba el postre puesto que Maverick había programado
que después, si nos veíamos bien, íbamos a subir hasta la estación invernal de
Peyragoudes así que manos a la obra. Descendemos unos 4 km de puerto y
enganchamos la carretera hacia allí. Después de haber subido el Peyresourde ya
hay que tomarselo con calma asique hacemos la marcha y tranquilamente
coronamos.
Al
llegar abajo a Bagneres de Luchon, la completa felicidad me invade dándole
vueltas a lo duro que fue conseguir lo que había hecho. Sin embargo, esta se me
borra de un plumazo al ver la imagen de Maverick, nalgas al aire cambiándose en
un parque. En fin, es lo que tiene esto jajajaja.
La
realidad es que me costó mucho tiempo autoconvencerme de que sería capaz de
subir este tipo de puertos. Siempre pensé y pienso que los ciclistas están
hechos de otra pasta. Son personas que tienen otros límites, que aguantan
esfuerzos máximos, situaciones físicas extremas...y por supuesto que nadie podría
ni de cerca hacer sus mismo recorridos o sus mismas ascensiones y menos un tío
como yo.
Sin
embargo, en la vida con esfuerzo y sacrificio nunca has de renunciar a nada ni
siquiera a los sueños por imposibles que sean y aquel de ese niño se hizo
realidad... ("algún día"...repetía...) por fin me sentí como uno de
ellos, pero de los buenos, el mejor...25 años después cerré los ojos sobre una
bici y me convertí en AQUEL NIÑO QUE
SIEMPRE QUISO SER INDURÁIN, aunque en realidad no le llegue ni a la suela de
los zapatos a su hermano Pruden.
PODENCUS
Grande Podencus!!! Un gran puertaco!! El esfuerzo merece la pena. Como has podido ver, estos puertos no se comen a nadie. En la próxima seguirás teniéndome ahí contigo y espero que con algún otro Hambriento. Increíbles los tres días que pasamos, eso sí, muy cascado por lo de Monte Perdido. Sé que la imagen de mis nalgas es la que recuerdas cada vez que te vas a la cama. Jajaja. Un abrazo!!!
ResponderEliminarjajajajjaa, cada dia estais mas sentimentaloides!! me encanta, muy bonita la crónica, ole campeones!!
ResponderEliminarQuerer es poder...nunca me dijeron que el esfuerzo iba a ser sin sufrimiento...somos más grandes que Europa y Asia juntas...Mar marines...me emociono...jajajaja
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